martes, 21 de mayo de 2013

¡Nos mudamos!


Queridas y queridos lectores y lectores. Con afán de mejorar este espacio que ya durante más de un año les hemos brindado, nos mudamos a otro sitio. 

Nos sentimos agradecidos por todas las aportaciones que han hecho todos los que nos han mandado textos para publicarles. El blog seguirá con la misma dinámica pero con muchas más ofertas y servicios a su disposición.

Próximamente León y León pasa a ser:

ENTRE LETRAS

Atentamente, Equipo de trabajo León y León.

domingo, 19 de mayo de 2013

1994 y estos días



1994
Solía avasallarte el viento
la medalla de las hojas aun verdes para tu imagen
el beso maternal aletargado, orbitando tibio sobre patios de arroz
la sonrisa preñada de certidumbre, viva, a veces también
las lagrimas bajo la lluvia.

Palabras para andar y tal vez para palpar entre la bruma
el eco cariñoso y niño de tu existencia de rio
la tarde casi triste
húmeda, tus ojos y la boca
la soledad bien oculta, sedienta
germinando silenciosa, agria e incolora
galopando desdentada, recia
injusta.

ESTOS DIAS
Batalla en la inexpresiva sombra, en el quizá de un beso
en la geometría humeante del abandono
en la porción de tierra
más alejada del cielo

Tus mentiras piadosas
tus lunas amables y diminutas
el hermoso estallido de tus carcajadas
semillas, flores y por qué no, hasta piedras coloradas
todas ellas tus almas, todas la arena ardiente
puesta como azúcar
en el en el rubor carmesí de tu cara.



Por Basquiat

jueves, 16 de mayo de 2013

Sombras y reflejos

A los tantos años
nos volvemos sombras
de recuerdos y caricias.

Nos volvemos un “la cagué”
o “la cagaste.”

Somos la sombra desfigurada
proyectada sobre un suelo
engañoso, que al parecer
se ha hecho agua,
como nuestra bondad derretida
líquida como el oro
de nuestra corona
como aquello
que se escapa de mis manos.

Se ve un poco diferente
el día, la luz, quiero decir.
Me detuve en un escalón
y voltee a ver si salía
detrás de mí.

Sólo mi sombra
en un reflejo
me seguía.



Sebastián González de León y León.

miércoles, 15 de mayo de 2013

Promesa


El canto del ave se la lleva,
mis ojos ven como desaparece,
cae en el acantilado que pasea,
vertiginosa y sin velarse. 
Se combina la fe y olvido,
el tiempo es desconcertante,
las palabras no cobran sentido
porque son ajenas a ella.

Carlos Osorio.



lunes, 13 de mayo de 2013

Agua y espiga


Cuando vi el trigo en tus ojos supe

Que me había salvado del hambre

Y al penetrar el mar en tu vientre
Que estaba a salvo de toda sed


Cuando vi que la sal de tus ojos
Mojaba el desierto de tus labios

Supe que habitaban en mi boca tus silencios


Pero cuando regresaste al fuego
Y las llamas consumieron tu alma
Y el trigo y el mar fueron ceniza

Cuando todo se sembró de las tinieblas

Supe otra vez de la sed y el hambre

Y tuve miedo...


                                   Hernán Sicilia (23)

domingo, 12 de mayo de 2013

El asterisco


Un asterisco
que se esconde ¡tras!
las palabras

Pues su imagen
parece su sonido


*


Por Sebastián González de León y León.

viernes, 10 de mayo de 2013

Recuerdos quemados


El fuego encendió pasiones, el humo llenó el espacio de a poco, las llamas calentaban el corazón de los presentes. No necesitaron gasolina, el celuloide prende por sí solo y las ganas de acabar con el pasado no podían esperar. Javier quemó todas las fotos pensando que así borraría el pasado, creó la imagen perfecta en su cabeza: encender todo terminarían con los recuerdos, desaparecerían las personas de ese oscuro pasado.
    No pensaron que un lugar abierto sería una mejor opción para el acto. El humo invadía sus pulmones, Jessica tosía y escupía sangre a cada instante. Sus dedos inmóviles e inexistentes acariciaban su cabello mientras el cuerpo se llenaba de tierra y cenizas. Javier comenzó a perder la vista, el fuego quemó sus retinas: se derretían como hielos bajo el sol del verano.
    Los dos jóvenes no estaban solos, Estela los observaba desde la ventana del edificio de enfrente. Quería entender lo que pasaba en esa oscura habitación, pero no conseguía hacerlo. Veía sombras, luz roja, humo y pudo percibir un olor muy extraño; no era papel quemado ¿pólvora? ¿carbón? no lograba distinguir; aspiraba el aire con más fuerza. Los bronquios rechinaban fuertemente, pero su curiosidad no le permitió escuchar el sonido.
    Javier se acercó al montón de fotos prendidas, sus pantalones se encendieron sin dejar huella alguna, no notaba su ceguera ya que sólo veía al fuego y podía distinguir la luz de las llamaradas en contraste con la oscuridad del cuarto. Jessica tosía con mayor frecuencia, la sangre comenzaba a salir por su nariz; sentía calor en el pecho, una especie de acidez que subía por su tráquea quemando todo lo que había a su paso. Estela, asoleada, se deshidrataba mientras aspiraba el humo con olor a carne quemada.
    Quemar los recuerdos, las fotos; era una forma de eliminar al pasado, de matar a la gente que los había marcado. Querían estar juntos en el presente sin notar que las personas de las fotos eran ellos. Los tres niños vivieron juntos en Celaya cuando tenían apenas cuatro años. El padre de Javier los había maltratado, todos recordaban al señor canoso con sombrero de paja que los golpeaba, que los tocaba.
    Estaban marcados y el fuego sería el encargado de borrar todas las cicatrices. Las fotos tenían la imagen de los niños, nunca salía el campesino recolector de fresas. Eliminar el pasado, borrar los recuerdos, quemar el dolor. Encender las fotos implicó dejar a un lado la inocencia de los niños; Javier, Estela y Jessica murieron esa tarde, intoxicados por los recuerdos quemados. El señor permaneció vivo en Celaya, sin recuerdos, sin culpas. Quemar el pasado afecta el presente. Nunca existieron.


Por Mariela Flores Aguilar.