domingo, 30 de noviembre de 2008

Nada

Como siempre. Sin palabras
Sin tener nada que decir,
Dejar hablar las palabras,
Sentir con nada que sentir.

Como hábito vacío,
Como la falsa angustia
Que te deja mi vicio
Porque te da simpatía.

Yo soy palabra, sólo el reemplazo
De lo dicho y lo hecho;
Corazón que siente pero no late,
Hombre muerto que revive.

Soy el que sabe que no hay nada
La palabra que lo dice todo,
Pero se olvida que nunca habla
Porque al final todos los que saben, nada sienten.

Por Sebastián González de León y León.

martes, 11 de noviembre de 2008

5 minutos

Oscura, oscilante, la mirada de la vecina exasperante, aburrida, melosa, la novia de esta, que siempre carga su cara asquerosa, sumisa, poseída, el carácter que tiene ante esta situación, donde se encuentra perdida, con duda, con rencor, por no poder resolver sin querer soltar una gota de sudor.

Sin culpa, sin dolor, cae al piso la una entre las dos.

La sombra oscura, oscilante, con un tiempo aburrido, a una hora melosa, con un sentido sumiso y poseído de duda y de rencor, donde las dos comparten su culpa y su dolor.

Espectacular, fantástico, el santuario de las dos, donde la una y la dos, dos comparten esta sensación, mala, buena, triste la relación que cautiva mi corazón, no se sabe, no se entiende, es casi azul, casi azul el sendero que bebe, toma, traga, se regocija en esa dirección que tanto halaga, seductora, abrumadora, la traición de su alegría; un instante de pasión que rebasa todo límite de lo verdadero, lo falso, lo justo, lo injusto, lo bello y lo no bello.

Solo son cinco minutos de pasión.

Por Sebastián González de León y León.

sábado, 25 de octubre de 2008

Como acabas

¿Cómo acaba? Yo lo sé, te diré quien soy:
El final nunca llega, uno lo hace llegar.
Yo sé cuando morir, cuando crecer, cuando vivir y dejar de vivir,
Sé distinguir entre el vivo y el muerto, entre el caminante con “tennis” y el que ya los colgó.

Cuando me vaya, seguiré. Cuando me veas, sabrás quien soy
La distinción entre dejar de vivir y morir te la voy a dar
Te daré una probada de lo que no sabe, y lo que es no saber
Solo un pequeño deleite para su sentir.

No te preocupes, soy tu salvación
Agradecerás el conocerme hoy,
Disfrutaras de algo… mi sensación
No te hagas, ya sabes quien soy Yo

Solo te pediré algo:
Un beso acambio
Por algo corriente, ¿quieres?
No te doy tanto miedo, ¿vés?

¿¡Asi de ingenuó!?
¡Uno muere como vive!
¡Uno muere como és!
¡Uno és como vivió!
No lo sabes hasta que mueres,
Pero La Muerte soy Yo


Por Sebastián González de León y León.

martes, 23 de septiembre de 2008

Aburrido

Charlas:
La inhumanidad de él, ser humano
¡Vaya! Que detestable es la falacia de la convivencia.
En realidad es o puede llegar a ser una sensación de aburrimiento,
más desalentadora que convivir con un fastidioso marrano.

Todos, sin excepción alguna, ni de mi madre ni de mi hermano: unos egoistas, una red de sin sentidos cada vez más y más... ya no se si grande o pequeña.

Pero eso no importa, nunca ha importado y nunca importará,
como tampoco importa si el suelo cayó ayer o si mi corazón es plano.

Pero... ¡Vaya! Que engañoso es el dispendioso mundo en el que uno se cree libre y feliz.
Ya es como creer en una droga, o más bien, en una silueta idolatrada,
que nadie ve, pero se sabe que existe.

Anhelo ver por fin la terminación, el momento de dar un sincero pésame;
por mi, por ti, por el tu- yo, por nosotros, por mi corazón palpitante por aquella utopía tan embarullada e insípida,
espero ver por favor de todos, el final de estas hipocrecías.
Y espero que algún día todo regrese a ser tan agraciado como alguna vez lo fue en su infancia, el ser humano.

Por Sebastián González de León y León.