miércoles, 26 de diciembre de 2012

Tardes nubladas de agosto.

Tremendos pensamientos,
brisas que repegan en el rostro, 
días espesos que han des ser
lúgubres ansiosos de desaparecer,
abismos que reparan en el corazón
ansioso de librarse alguna vez...

No saber en qué pensar,
llorar susurrando las penas
que salen de la difícil alma,
saber que el molesto recuerdo
durará como una tarde nublada de agosto.


Por Carlos Osorio.

martes, 25 de diciembre de 2012

Éste diciembre frío.

Éste diciembre se siente más frío.

Escucho la música de los viejos,
la que hablaba del amor que duele,
del que se goza, el que se siente
por el que se muere.


El nuestro no fue así,
poco se gozó,
sin embargo ninguno murió…
Pero como dolió.


Han pasado ya tres diciembres y esté se siente más frío
¿Será por el calentamiento global?
Yo tengo mi teoría…
Yo creo que es porque te has vuelto más cruel.


Yo sólo espero que tú te estés cubriendo del frío.





Siento en el alma unas ganas inmensas de llorar,
tú me haces falta y juré no decírtelo jamás.
Yo quiero hacerte con mis lágrimas un collar de perlas,
déjame llorar porque hoy que te perdí.
Queriéndote olvidar me acuerdo más de ti.
Si es un delito amar, delincuente soy
porque no he de pagar las culpas de mi amor.
Yo quiero hacerte con mis lágrimas un collar de perlas,
déjame llorar, porque hoy que te perdí.
Queriéndote olvidar, me acuerdo más de ti.


Y repentinamente cruzas por mi mente
y deseo haber vivido aquellos años contigo.


Por Arai G.

lunes, 24 de diciembre de 2012

Cura para el mal de amores.


Mi estimado amigo –ya sea hombre o mujer da igual usted es un ser humano–  si está recurriendo a esto déjeme decirle de antemano que está gravemente enfermo. Sufre de dolores inexplicables en la zona del pecho que agitan y estimulan su corazón, y siente como si un pequeño motor de motocicleta se alojara en sus pulmones alterando su equilibrio respiratorio. Se encuentra desganado en grandes ocasiones y la pérdida del apetito cada día se incrementa. Suele observar a su derredor hostil y adverso. Señor –o señora– usted está enamorado. Le han inyectado el virus del enamoramiento pero el problema amigo mío, el meollo de su situación, es que su enfermedad no es compatible con otros ya sea porque los demás están saludables o porque lo que usted tiene no compagina con lo que tiene algún otro enfermo. Padece mal de amores.

            No tema pequeño mortal porque existe la cura para lo que usted tiene. Siga al pie de la letra mis instrucciones y al cabo de unos días o meses –si pasan años déjeme decirle que su enfermedad es otra y es más grave, por lo que esta receta no será de su total interés– se sentirá más fresco que una lechuga.

Primero que nada levántese qué hace ahí sentado malgastado su tiempo. Con el cuerpo bien estirado mire el cielo –si no tiene un cielo a la mano mire el techo de su casa pues no tiene otra opción. Obsérvelo fijamente y grite con todas sus fuerzas hasta que se le acabe el aire. Nota: sus amigos, vecinos y familiares lo verán de una forma extraña por algunos días, pero no se desconcierte aquello se quitará con el tiempo. Después de haber gritado mírese en el espejo y contemple el contorno de sus ojos. Apuesto a que se siente mejor.

Ahora vaya directo a la cocina y prepare un remedio. Coloque en una olla grande, la más grande que posea, agua hasta que esté a punto  de desbordarse. Llore un rato haciendo que sus tiernas lágrimas escurran por sus mejillas cayendo en la olla. Cuando aprecie el desbordamiento del recipiente séquese el rostro, y rápidamente coloque la mayor cantidad de su tristeza. Ya no le haga caso a su hipotálamo por favor. Presiónelo y deje caer unas gotas de dopamina en la mezcla. Revuelva bien los ingredientes con una cuchara, grande de preferencia. Sea minucioso en este paso y tárdese la mayor cantidad de tiempo posible. Mientras revuelve siga los siguientes pasos: pregúntese por qué ha idealizado a esa persona que lo tiene embobado, qué admira de ella, por qué le atribuye tantas cualidades positivas; reflexione por qué ansía estar con esa otra persona y cuando está con ella, por qué se siente un simbionte que no desea separarse. Deje de ser un parasito del amor.

Al terminar este paso tape la olla y caliéntela a fuego lento hasta que hierva. Durante el periodo de espera le sugiero que deje de ser un idiota. Sé que piensa en esa persona por lo que recurra a buscar una foto si es que posee una –si no es el caso imagine a la persona (pero no exagere). Corte la foto en pedacitos y úntele al terminar sus deseos hacia ese individuo –si no cuenta con la foto guarde sus deseos y espere–, y al hervir la mezcla viértala en una jarra de más de dos litros. Agregue los trocitos de la foto embadurnados de sus deseos –o sólo sus deseos– y meta en el refrigerador la jarra. Espere hasta que enfríe contando las hormigas de su jardín y cuando el momento llegue regrese a su casa y saque la jarra. Vierta algunas gotas de sobriedad en ella y revuelva con la cuchara antes usada. Le advierto que la mezcla es en extremo amarga por lo que recomiendo utilizar azúcar agregándole los pocos resquicios de felicidad que aun posee. Sirva un poco del líquido en un vaso y a su preferencia derrame unas gotas de limón, las cuales le otorgaran cierta ironía al compuesto.  

Beba la mezcla tapándose la nariz con una mano y en ocasiones haga gárgaras haciendo vibrar lentamente su garganta. De esta forma el líquido entrará con mayor delicadeza y no violentará las suaves paredes de su estómago.

Tome de dos a tres vasos al día y en algunas semanas quedará tan asqueado de la mezcla, que el virus del mal de amores se hartará de alojarse en su cuerpo e ira a molestar, como es su naturaleza,  a algún ingenuo más.
Alan Santos.
           

viernes, 21 de diciembre de 2012

Documento



"Amo a mi flaco, que está lejos. Muy lejos, pero (...)"



I.

Una señora llora frente mío, a la par que abraza a un niño (creo sea su hijo). Lo carga, ya sin llorar más. Aferrándose a él, el niño pregunta "¿Por qué no?", "¿Por qué?". Ella le responde: "abrázalo", ubicando las pequeñas manos alrededor del oso de peluche que el niño carga consigo.
El osito viste de Navidad. De pronto, me señala, la madre sonríe y el niño continúa señalando algún sitio de mi cuerpo. Les sonrío de vuelta, regresando luego al papel. Círculo. Miro, escribo, miro, sonrío, sonríen, escribo y miro nuevamente.
La madre dice: 'no tengo nada, porque no he comprado. Mañana lo compro'. Los miro por última vez. ¿Qué pasaría si les muestro mis letras?
Me levanto, dirigiendo la mirada tan sólo hacia la espera de mi padre en el café.
Un joven con cierta niña pequeña se acerca. Dice: "disculpa, perdón que te interrumpa" Le sonrío. Continúa: "¿tienes fuego?" "Sí", le digo mientras comienzo a buscar en mis bolsillos. "Sólo deja lo encuentro, que siempre lo pierdo", concluyo.
Él toma mi encendedor, mi "fuego". Yo miro a la nena y le sonrío. Él prende su cigarro. "Gracias, disculpa", me dice al terminar de encender. Yo sonrío al notar cómo observa mi cuaderno.

II.

La mujer se fue, dejándome sola con tanta gente transitando y el joven con su nena (creo sea su hija). Al irse, un hombre llega en su auto, sube el niño al coche. La mujer se levanta del banco y cojea. "Ahora no llora", me digo.
Dejando bolsas cubiertas con imágenes navideñas detrás suyo, la mujer cojea al auto y las mira constantemente. Esperando  a su -creo yo- marido traerlas a ella. Se van. El hombre murmura "el niño está castigado".
¿Hasta qué momento me iré a encontrar con mi padre?

III.

Ha llegado una muchacha. Fumando ya, se sienta a mi lado. La gente transita, hablando entre ellos. Algunos se abrazan. La chica regala un cigarro a un chico que le pide tal. El joven responde una llamada. "¿Qué necesitas?", dice. La joven apaga el cigarro y se va. El joven se despide. "Órale, amigo, muchas gracias. Un abrazo, bye", dice y cuelga. La nena pregunta quién llamó y él le responde: "un amigo". Luego la abraza. "Están para foto",  pienso yo.
Prendo un cigarro, la gente transita aún. El joven contesta otra llamada. Murmura esta vez, no escucho en absoluto. De pronto, llega una camioneta blanca. Sube una muchacha en muletas. Sonríe dentro del coche y éste arranca en manos de un conductor que no distingo. El joven sonríe mientras murmura. "Será su novia", pienso afirmando. Jala entonces tiernamente a la nena hacia él. Le dice: "ven para acá". La gente que transita comienza a mirarme.
"Esto es un sueño", imagino recordando a Nolan.
Hace frío, la nena juega con una mochila de plástico de una serie animada. Yo miro dos mochilas que, recargadas en el suelo, esperan a los pies del joven. ¿A dónde irán?  La gente transita, mirándome ya sólo unos cuántos. Me termino el cigarro. Lo apago. Mi pie derecho está dormido. El joven se va. Le dice a su nena "vente, mi vida", a la par que toma las mochilas. "¿Por qué nadie se despide?", me cuestiono.
Un hombre llega y se sienta en el banco -vacío ya- de enfrente. Arrastra su pie derecho (¿se le habrá dormido también?) No aguanto el frío. Los coches transitan. Me paro.

Por Lucie Lou.

jueves, 20 de diciembre de 2012

Que te desacostumbres


Bueno sería quebrar de tajo
tu puto egoísmo,
tu quietud, tu espacio
inútil pendejo.

Bueno sería sacarte 
los ojos enajenados
de sombra y basura, 
arrancarte
un día el pellejo.

Desacostumbrarte,

¡que mires con rabia la tragedia!

Cenar despacio
tu carne con grasa
sucia de comerte
lo mismo -mierda- de siempre,
de tragarte
a ti mismo siempre.

Destruir su criadero
de matanza,
malabar del cruce
de las vías alternas,
fijo de horarios,
tarugada y media.

Bueno sería poder amarte
y adornar el concreto
de esta repulsiva urbe,
revestir con saliva suave
el aire esmog...

¡Sin arte


de nada!

El esbelto paisaje
penetrarlo
hasta encontrarlo encinto
de pensamientos distintos,
transmutar su imagen.

Vaciarlo de su mal aspecto,
de su eterna cloaca.

Sería muy bueno
no solapar tu idolatría,
la pestilente gracia
con la que siempre mientes.

Lo sería 
que no miraras complaciente,
que no ocultaras lo que sientes,
que sintieras.

Que murieras ahí echado
de no moverte nunca
y te pudrieras.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

De letras y viajes.

De cuando las letras guían
el amor por ellas es puro,
en prosa, libro o novela,
haz tuya esa gana de querer leerla,
que lo sublime vuele por la vaguedad
del mundo que variopinto se detiene,
te saluda y sigue su cauce 
en la eternidad de lo que es posible.

La pregunta se responde sola,
tienes lo que debes para cambiar
el humor del sazón cotidiano
que tu alma ya no quiere...
enséñale mundos, 
haz dictar a la imaginación
el fruto del árbol que florece
cuando la razón no importa,
cuando sonríes con los labios
impregnados de sentimientos.

Hay algo fácil de saber;
es que la felicidad desamarga 
y crea a lado de letras mundos,
engendra la raíz de toda historia 
que será imaginada por algunos 
hombres ávidos de amor, que en letras encontrarán.
Por Carlos O.

martes, 18 de diciembre de 2012

Sólo falta jalar el gatillo

…Y mientras yacías dormida en la cama, hermosa, lozana como siempre, me permití verificar que la sobredosis de somníferos que te administre la noche anterior hubiera hecho su efecto. Trate de despertarte, pero no te movías. Un silencio espectral impregnaba el cuarto. Todo era tan extraño; en el transcurso de la madrugada –la fatídica madrugada, el último día de nuestra vida-, aún logre percibir tu aliento, los latidos de tu pecho, el calor de tu cuerpo. No sabría decir en que momento te fuiste, lo hiciste sin hacer ruido. Todo lo contrario a como he decidido irme: con un balazo estruendoso, salpicando mis sesos por todo el lugar. Solo así sabrán que me he ido. O puede que también solo de esa manera se enteren los vecinos, mi familia, el mundo entero, de que alguna vez existí. Pero ello es algo que en este momento ya no me importa. La vida, que se joda. La gente, que se joda. Prejuicios, intolerancia, despotismos, ¿Qué podría extrañar genuinamente de esta vida? Solo a ti nena, pero decidiste acompañarme, suicidarte conmigo. Esa decisión tuya es algo que aún no logro comprender. Y lo hiciste desde el momento en que te dije que mi enfermedad era terminal, y que solo me quedaban dos meses de vida –por cierto, los más felices de mi vida-, ¿Fue un acto de amor, o el pretexto perfecto para abandonar una vida sin pasiones y que me decías, con desesperanza, tristeza profunda, te aburría hasta el hartazgo? Reflexiones sin importancia. Ha llegado la hora. Curiosamente, justo en ese momento, los dolores extenuantes que me han aquejado desde el comienzo de mi enfermedad desaparecen por completo, sin la necesidad de tomar analgésicos. La idea de que voy a morir de verdad me golpea, se hace real, y un miedo intenso y fuerte, como jamás lo he sentido, escala rápidamente por mi cuerpo cuando coloco la pistola en mi cabeza. Solo me falta jalar el gatillo...

domingo, 16 de diciembre de 2012

¡Ay Helena!


¡Qué bonito
     poema eres Helena!

Y que suceda una tragedia
     Tan sangrienta por ti, es triste

Pero no es tu culpa.
     Tu nunca llegaste a Troya…

¿Qué tan lejos podemos
     llegar por un fantasma?

¡Por un voto de
     Confianza!

No es tu culpa ser la tragedia
     Eras mi verdad
          Eres mi razón
               Eres mi mentira

Ojala no fueras un fantasma
     Yo sólo quería hacerte el amor en Troya…

Por Sebastián González de León y León.

viernes, 14 de diciembre de 2012

El engaño


No, no es sólo el engaño
Es descubrir el relleno
Que si para un rebaño es sueño
Para la verdad es veneno

En los inviernos helados
Lo que vida da,
algunas veces quita
Pues bajo no es suelo
Y por ahí la gente
Camina por algunos lados

Debajo del engaño
Es bajo el agua
Donde no sólo peces nadan, sino
También los cuerpos encerrados
Buscando ver un cielo
Pensando en el pasado invierno

Pues ellos, también
Sufrieron de un fantasma
De un pequeño engaño.

Por Sebastián González de León y León.

jueves, 13 de diciembre de 2012

Bocado de alcohol y manjar


Nada más 
que bocas
de sonrisas chuecas.

Bocas 
y besos en las manos,

besos en las manos
que besan de lengüita 
los dorsos de las manos,
como en la infancia,
para aprender a darlos.

Eres mi bocado 
de alcohol y manjar
que se siente en todo el cuerpo,
encaje pegado a la carne
de sudor y deseo.

Amables se saludan nuestros ojos,

ojos pequeños
que sonríen,
que se plisan.

Ojos ajenos
que caen mal
a veces.

Que se ponen sombreros diminutos,
que se desnudan
a veces.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Estar.

Hay confusiones de trivialidades,
pero nunca disturbios por decisiones,
los ríos caudalosos gritan,
los lagos tranquilos respiran.

La vida se pasa en eso,
respirando y gritando por conciencia,
dignificando cada acto producto de ella,
congratulando lo bueno y castigando lo cotidiano.
Amigo, nunca te separes de ella,
será tu fiel consejera, tu guía hasta la muerte,
dotará de color lo común
o hará los días mas negros
que una noche nublada.

Todo se va en cosas que pasan,
se hacen rancias o se avivan,
oler una espiga o caminar en fuego,
cada cosa es la construcción 
de ideas que juntas conforman 
el hecho de estar vivo.

Por Carlos Osorio.

martes, 11 de diciembre de 2012

Aquí estamos.

"Con tu puedo y con mi quiero,
vamos juntos compañero" 
 M. Benedetti.

Aquí estamos, huyendo,
caminando sobre las huellas
que siguen inertes en el suelo,
aquí estamos huyendo, como todos.

Vamos, sigilosamente hacía la derrota
agachando la mirada,
soportando la indiferencia,
aquí estamos sufriendo.

Nadie nos ha dicho
que somos libres,
tan libres como un ave
que alza el vuelo y disfruta del viento.

Nadie se ha dado cuenta
que podemos ser uno,
que juntos somos más fuertes aún,
hemos sido apagados
y eso nos ha convertido en hermanos,
estamos de pie.

Sin embargo,
seguimos huyendo.

lunes, 10 de diciembre de 2012

Sánchez, sus discursos públicos.


Al señor Sánchez, presidente de la república, dictador omnipresente del pueblo, le fascina dar discursos públicos sobre las acciones de gobierno, los valores inherentes del Estado y sobre el camino que se ha trazado en torno al progreso y al desarrollo de la nación. Su residencia, imponente palacio de grandes ventanales bordeados por cortinas de seda cuyas orillas puntiagudas y suaves relucían líneas delgadas de oro;  y las habitaciones, muebles de terciopelo importados de alguna ciudad templada del mediterráneo, probablemente de Francia  o de España, con vajillas de plata y demás utensilios domésticos de porcelana, demostraban la clase privilegiada y ostentosa de la que el señor presidente era el principal líder. La servidumbre se paseaba por el palacio con gracia y delicadeza: si su presencia era requerida se oía una campana resonando en algún cuarto oscuro, y las muchachas y hombres al servicio de la familia presidencial, se deslizaban con pies de siervos como si estuviesen en la pradera, hasta satisfacer las necesidades portentosas de las y los señores pertenecientes a la estirpe del jefe del ejercito y cabeza del ejecutivo.

            “Señoras y señores, hombres de buena voluntad pertenecientes a esta gran nación americana”, dijo el señor Sánchez al hablar desde su balcón y admirar a la multitud enardecida que gritaba desde abajo, “es para mi un honor dirigirme a ustedes como presidente de la republica, como líder del ejecutivo, haciendo honor a mis antecesores, los cuales velaron por el interés del pueblo y por salvaguardar las instituciones públicas de nuestro país, que como cabeza de este país noble y soberano, reconozco desde siempre mi obligación moral de velar por los intereses de todos los ciudadanos, por generar los empleos necesarios para todos, por garantizar la educación…”. Mientras hablaba por el micrófono del balcón, la gente desde el otro lado, desde la gran plaza de origen colonial y majestuosidad barroca escuchaba atenta las palabras del presidente. Los sonidos que emanaban de su boca de forma articulada, sus gestos de hombre decidido, sus movimientos corporales con vaivén estruendoso, se mostraban contundentes y certeros al hablar del rumbo que su patria habría de seguir. ¿O no? ¿Por qué habría de mentirle el señor Presidente al pueblo? ¿Por qué no habría de hacerlo? Hablaba de salvaguardar el interés del pueblo ¿Era verdad? ¿O era un truco, una estratagema vacía, uno de los muchos discursos sin sentido que el señor Sánchez ha dado y que no han pretendido mostrar la realidad social? Corrupción, desconfianza en las instituciones, nepotismo, empleomanía ¿No son también males que se deben erradicar?  

            Los cuestionamientos fluían como una lluvia torrencial sobre las cabezas de los disidentes del régimen, que escuchaban impotentes el discurso presidencial desde sus establecimientos públicos, hogares, o desde las calles mientras portaban sus audífonos de marcas internacionales y reconocidas, en el tráfico capitalino que se extiende por corredores y corredores interminables donde el sol quemaba y hacía sudar las carnes de la multitud que coreaba el nombre del señor Sánchez en la plaza. Sin embargo, como respaldo de aquél discurso vehemente, de los vocablos expresados con parsimonia, el régimen vivía momentos interesantes: la economía comenzaba a crecer de forma clara, las condiciones de vida de muchas familias parecían mejorar y las barrigas de los niños que corrían descalzos por los campos de cultivo devastados y olvidados parecían llenarse. ¿Era la estabilidad económica y el desarrollo más importante que la libertad y la democracia? La genta decía que sí sin decirlo, gritando bajo las campanas de la catedral, muy cerca del palacio legislativo, el nombre del hombre que los había llevado al progreso.

Y con un apabullante: “Y agradezco al pueblo de este gran país americano, haberme escogido como su representante, como aquél encargado de hacer valer las leyes y las normas que mantienen la seguridad de todos los ciudadanos. Que viva nuestro país, que vivan sus habitantes, que vivan las instituciones. Muchas gracias pueblo soberano, por escuchar mis palabras”, el presidente se consagraba una vez más y la gente lo apoyaba con chiflidos al ondear sus banderas de colores brillantes. Las señoras gigantescas gritaban como locas y sus voces hacían un eco sobrenatural que retumbaba entre las ramblas, y los hombres bebían y fumaban, guardándose para sí alientos y proclamaciones para el presidente: “este es el bueno” susurraban; y los niños de grandes labios y cachetes rosados correteaban por la plaza sin comprender nada, desentendiéndose por completo de la política y sus actores, porque era más divertido, mucho más entretenido soñar e imaginar. Vivir en mundos alternos, llenos de piratas y tesoros, de vaqueros y caballeros, todo menos que en la realidad. Alejarse de esa lastimera existencia repleta de discursos y palabrerías del hombre que controlaba todo lo que se llegue a encontrar dentro de los límites de aquél Estado dictatorial sin nombre,  de aquél rincón del mundo que se escondía sutilmente entre recónditas selvas y misteriosos arrecifes.

Alan Santos.

domingo, 9 de diciembre de 2012

Piedra en polvo

Nunca vi cambiar mi rostro
Así como nunca veo nacer las flores,
El momento de la primavera
y el final de un largo invierno

La piedra dejó de ser polvo
Ahora es ceniza
Ahora es tierra

Y la caída de la cascada
es sólo un río
que fluye como la tinta
de una fuente y una pluma

Terminó el invierno
y el carbón ya no mancha
pues ahora es diamante

La tierra crece flores
y una que otra planta,
pues las piedras dejaron de ser polvo
y ya no falta la palabra del poema
Sólo falta la respuesta
de la primavera
Pues mi rostro nace
y es ahora diferente.

Por Sebastián González de León y León.

viernes, 7 de diciembre de 2012

Secreto del tiempo.


El intelectual de la época, Girón, caminaba despacio por aquella calle y aquella noche cuales serían -aún sin saberlo- relativamente importantes en su vida por siempre.  No sin asombrarse, Girón apartó su nublada vista del camino al notar cierto bulto cercano a él. A su izquierda, pues, descansaba un anciano de inusual -cabe destacar- aspecto. La noche era muy fría, y Girón no andaba merodeando cubierto con suéter alguno. Será, tal vez, que este frío tan impregnado hasta sus huesos fuera el culpable de su intencionado acercamiento.

-Buenas noches -dijo, dirigiendo el cálido saludo al anciano-.

No hubo respuesta. “¿Estará bien?” “¿Me alejo?” “¿Necesitará ayuda?” Girón no solía pensar demasiado, y sin ser esta la excepción, dejó de pronto sus pensamientos para avanzar en su camino. “¡En fin!”, murmuró para sí y comenzó a retomar el rumbo previo de su nublada vista.

-Buenas noches- dijo una inusual voz-.

Girón se detuvo helado. Será por el frío, o por el extraño tono de aquella respuesta cual -ya hundido él en sus pensares y pesares- no entendía si el posible remitente era aquel anciano o no lo era. Volteó, y el bulto no radicaba allí. “¿Qué diablos?”, se dijo.

-¿Buenas noches? ¿Quién habla? ¿En dónde está usted? -preguntó casi aturdido y sin moverse, Girón-.
-Hablo, soy yo. Estoy, aquí estoy. Mire detrás -respondieron-.

Girón volteó su cuerpo de inmediato.

-No lo miro. ¿Dónde está? ¿A qué juega? Me iré ya...
-Se irá ya, me dice. Cúmplalo y verá.
-¿Veré? ¡Pero si lo que deseo es ver! Déjeme verle, que una vez le vi ya. ¡Por ello le saludé en un inicio! -exclamó Girón, moviendo su cuerpo en direcciones todas-.

Y apareció, mas no era anciano, sino un joven enmascarado.

Girón rió. El aspecto -aún enmascarado, y con más razón por esto- del joven le recordaba a cierto maestro suyo de la infancia. Aquellos años habían sido los más tristes y obscuros de su vida hasta aquella noche, y no deseaba sumarle uno más a ellos de su presente vida.

-¿Es usted...? ¿Es acaso...? No, ¡esto es irreal! ¿Estaré soñando?
-Uno siempre está soñando, mi querido Girón. ¿Acaso es que no has entendido aún la variedad del suceso onírico? -sonrió el maestro- ¿Acaso habré de enseñarte una vez más lo que es el sueño, cual más no es que el propio instinto sabio?
-Pero, ¡vaya! Sí que es usted. Pero ¡imposible, no! ¡Imposible! Se mira idéntico a hace veinte años. ¿Será que el tiempo no se ha ocupado de usted? Me miro incluso yo más viejo ahora. ¿Quién lo diría? ¡Es usted un come-años!
-Comer años es mi más delicioso placer al tacto. Ven, ¿quieres entender mi mayor secreto? ¿Quieres entender aquel secreto que el tiempo no ha podido -y jamás podrá- erradicar?
-Sí, quiero. Enséñeme, y si es necesario enséñeme de nuevo.

Caminaron entonces hacia la gran avenida que se abría al fin de aquella calle. Allí las luces no enternecían, y alumbraban como Dios les ha mandado a hacer por siempre.  Llegaron al cruce, y el maestro aún poco alumbrado sonrió a Girón. Después señaló hacia el suelo próximo, en donde las líneas divisorias del pavimento indicaban. Girón enfocaba su vista tras los lentes gruesos que traía puestos, mas nada miraba de interesante.

-¿Cuál secreto? Aquí no hay nada, maestro.
-Fíjate bien, fíjate mejor -le respondió al tiempo mismo que le ponía la máscara suya a Girón sin éste poder oponerse-.

Y entonces miró. Aquel bulto que había visto anteriormente se encontraba en medio del camino horizontal, en medio del cruce dividido por líneas amarillas. Intentó entonces voltear a mirar los ojos del maestro, mas esto no le fue posible. Algo en su cuello no lo permitió.

-¿Qué sucede? -gritó Girón- ¿Por qué no puedo mirarlo, maestro?
-Porque no soy yo ya a quien miras realmente. Fíjate bien, fíjate mejor. ¿Qué miras? ¡Pero abre los ojos, muchacho! ¿De qué te sirve tener otro rostro ahora si no miras mejor?
-No miro nada. Miro un bulto que no tiene movilidad.
-Muévelo, si quieres.
-¿Cómo?
-Mueve un pie.

Girón rió fuerte. “¿Un pie? Este maestro perdió la cordura ahora. Mejor me largo de aquí”, se dijo. Y, entonces, al mover su pie derecho para retornar aquel bulto cayó encima suyo.

-¡Quítemelo! ¡Quítemelo! ¡Quítemelo! ¡Quítemelo! -exclamó Girón, desesperado-.
-¡Mueve tu otro pie, Girón!

Y lo movió. El bulto cayó lejos y nuevamente permanecía a mitad del camino dividido por líneas amarillas.

-Ay, Girón. Antes eras un niño bueno que podía mirar, que podía mirar mejor. ¿Qué te ha sucedido? ¿Son esas barbas tuyas? ¿Qué sucede, Girón? ¿Te explico, entonces? Muy bien, a ver -comenzó el maestro- aquel bulto no es más que mi esqueleto. Sí, mi esqueleto. Ay, Girón, escucha. ¿Qué te quite la máscara para que puedas mirarme de nuevo? Espera un momento, Girón, ¡espera y escucha! Entenderás que las bellas promesas son bellas por siempre, ¿no es así? Bien, pues yo hice una. Y mi esqueleto entonces bailó lejos de mi para hacerme juramento. Yo ya no necesitaba de él, pues mi cuerpo era ya insuficiente. Sí, insuficiente. No, Girón, ¡escucha, que no he perdido mi cordura! Mi cuerpo, pues, mi esqueleto bailó por unos días y entonces me devolvió mi máscara -aquella con que siempre me habías mirado-. Mi esqueleto nunca volverá, pues para todos ha de parecer bulto y para mi secreto. Es ese el secreto, pues, Girón. El secreto que el tiempo no podrá erradicar jamás. El precio a pagar por una promesa es el cuerpo mas nunca el alma o el ser, Girón. El tiempo se eleva todo, y no desciende nuevamente aún le ruegues hacerlo. ¿Recuerdas a mi mujer, Girón? Bueno, ella es mi promesa. Yo no estoy vivo aquí, Girón. Estoy con ella. Ella murió cuando aún era maestro tuyo en aquella escuela, mas nunca nadie lo supo en ese entonces. Ella murió y mi bella promesa fue alcanzarle al tiempo en ella. Rescaté sus hermosas sonrisas y me fui con ella. Ahora te toca a ti, querido Girón. Has de sobrellevar la comparación y no dilapidar tu tiempo aquí. Has de hacer una bella promesa, Girón. Entonces tu cuerpo será un bulto, y no más ella.

Girón no podía respirar. “Con que así es la muerte...”, susurró para sí.






Por Lucie Lou           

jueves, 6 de diciembre de 2012

Si enmudeces

Si enmudece
el hocico
trompudo
y tus dientes filudos
y tus narices narigonas.

Si enmudece el aborto
de raíz crespa
y pastosa
y envuelta
en rollos de carne
            muerta.

Si enmudece
tu disfraz
de belleza,

todo será

     eternamente bello.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Loco anhelo.

Formas curvas acarrea el cuerpo frondoso,
grandes siluetas delicadas son admiradas,
las manos de muchos envidian poseer
las piernas que golpean el suelo
con el rigor de la belleza que refleja.
Grandes porciones de montañas
que juntas hacen tu cadera,
tropiezo con la perplejidad vacilante
que ellas acarrean al fin de todo,
de la existencia de cualquier belleza.

La caravana de tu presencia me vuelve
más hombre, me derrumbo ante ti
al ver tu regazo con la mediana luz
que refleja aquellos labios escarlata
malditos para que los ame.

De todo tu cuerpo predomina tu rostro,
que hermoso se posa en mi pluma
para escribir una prosa profunda,
y tal vez eso mismo me invita a retratarte
para regalar mi loco anhelo a tus ojos.

Por Carlos Osorio.


lunes, 3 de diciembre de 2012

Poema sin título


¿Qué harías si estuvieras
leyendo todas mis líneas?
Estarías sentado, paciente
en calma, leyendo en silencio,
como quien disfruta de una lectura amena
de la que se siente ajeno.


O, podrías estar creyendo las palabras
esas, que estas plasmadas
en estas hojas blancas, y que alguna vez
tuvieron la dicha o la desdicha de ser
hechas para ti. ¿Las sentirás igual?
Me inquieta esa duda.


Mientras tanto…
Yo sigo escribiéndolas,
con la esperanza de que algún día
te topes con ellas.

Por Arai G.

domingo, 2 de diciembre de 2012

El Pensador de Rodin



Con el mentón caído sobre la mano ruda, 
el Pensador se acuerda que es carne de la huesa, 
carne fatal, delante del destino desnuda, 
carne que odia la muerte, y tembló de belleza.

Y tembló de amor, toda su primavera ardiente, 
ahora, al otoño, anégase de verdad y tristeza. 
El "de morir tenemos" pasa sobre su frente, 
en todo agudo bronce, cuando la noche empieza.

Y en la angustia, sus músculos se hienden, sufridores 
cada surco en la carne se llena de terrores,  
Se hiende, como la hoja de otoño, al Señor fuerte

que le llama en los bronces... Y no hay árbol torcido 
de sol en la llanura, ni leòn de flanco herido, 
crispados como este hombre que medita en la muerte.



Gabriela Mistral