miércoles, 27 de marzo de 2013

Más bien lúgubre

Cambiemos la espera por la acción
Y rompamos el verbo actuar,
Pues parece que peleamos con libros
Y hablamos con puñetazos.

Deconstruir un cic(e)lo fijo
Que desde un espacio no nos cubre
Pues no es nada lo que exijo
(Pedir imperiosamente
algo a lo que se tiene derecho)


Mas si las palabras que se esconden
Y patrañas que nos ponen
en un estado más bien lúgubre...

Por Sebastián González de León .

martes, 26 de marzo de 2013

SAUDADE

Saudade es el torrente de las lágrimas
que desnudan mi alma al ser vertidas.
Saudades las que vierto al borde del recuerdo:

Desvelando un velo de aparente calma,
se expone el rostro gélido del sufrimiento.
Quedan al aire unos zarcos ojos
que en su color, sólo reflejan el tormento.
Saudades los deseos que exclamaron
con sempiternas voces de agonía:
«¡Quisiéremos ser marrones, ser de cedro!»
pues no sabían que la raíz de la madera,
arraigada está al vuelo de Chocano.
«¡Rompamos el vuelo con los cedros que escrutamos,
para poder formar, de Bécquer, las violetas!»
y violeta se tiñeron nuestros ojos:

Saudades de ambos lágrimas pendían.
Saudades se han vertido desde el tiempo en que brotaron,
lágrimas azules, rojizas y violetas.


                        Hernán Sicilia (17)

domingo, 24 de marzo de 2013

Durazno, mi amor


La última vez que lo vi era durazno, hoy es tan distinto que no puedo reconocerlo. Aunque aún conserva su esencia: mejillas color durazno, labios suaves como su piel aterciopelada, ojos cafés como su hueso; aseguro que sigue siendo un durazno. No entiendo como pasó, pero dejó de ser el fruto tan dulce que fue al crecer en el árbol.

    Todo comenzó con un hueso café, arrugado; lo sembré en el parque de la colonia con la ilusión de verlo crecer y comer de él. Todos los días, en la tarde, iba a regarlo entusiastamente esperando que creciera, que su sombra me cubriera del sol durante el verano. Los días lluviosos eran los más tristes, mi papá no me dejaba ir a regarlo “con el agua de la lluvia basta” me decía.
    Al paso del tiempo, el árbol fue creciendo, pero tuvieron que pasar más de diez años para que comenzara a formar un solo fruto. Comenzaba a desilusionarme, la esperanza se iba día con día al no ver señas de fruto alguno; sólo algunas flores rosas, pálidas. Cuando finalmente comencé a ver los botones de fruta quedé impactada y más porque fue una gestación muy extraña, sí, gestación porque pasaron nueve meses para que el durazno por fin cayera del árbol.
    Esperaba con ansias ese día, por fin iba a poder comer el primer fruto del árbol que había sembrado casi once años antes. Cuando vi que el durazno estaba a punto de caer, decidí dormir en el parque. Puse mi almohada recargada en el tronco del árbol y me cubrí con una manta. A mitad de la noche, un 21 de marzo, el fruto cayó. Mi durazno llegó junto con la primavera, pero antes de tocar el suelo se convirtió en hombre.
    En qué clase de sueño estaba metida. Mi lógica no estaba bien, ¿cómo es que un árbol de durazno había procreado a un hombre? La situación era muy extraña; las plantas dan plantas o frutos, nunca humanos. A estas alturas ya no había nada que hacer, sólo aceptar lo sucedido. ¿Un nuevo amigo? ¿Un fruto con forma de hombre? O acaso ¿el amor de mi vida? No quería precipitarme a nada y no sabía que debía hacer.
    Comenzamos a hablar y decidí explicarle lo que me tenía tan desconcertada, él lo entendió y me dio un abrazo para tranquilizarme. Jamás podré olvidar la sensación que tuve; no quería soltarlo, era tan suave y dulce como un durazno. Enamoraría a cualquiera que tocara, yo fui la primera, pero debí tener cuidado; dicen que nada es eterno y él fue tan fugaz que aún no lo olvido.
    Creció en un durazno y aunque creció como hombre, nunca dejó de ser tan fugaz como un fruto. Duró lo que duran las frutas en el frutero, a lo mucho 2 meses. Y así desapareció sin pensar en lo enamorada que estaba, en la falta que me haría con su ausencia. Recogí el hueso que dejó y lo sembré. La última vez que lo vi era durazno, hoy es tan distinto que no puedo reconocerlo.
    
Por Mariela Flores Aguilar.

miércoles, 20 de marzo de 2013

Promesas rotas.

Es la sombra del sol,
que toma de la mano
a la dama que promete
vivir en el hogaño.
Es el dolor de un viaje
que no tiene parajes.

La promesa rota se funde,
se une para mostrar nada
que a alguien pueda lastimar,
la dama vive ahora en el antaño.

No esperéis al carruaje,
que tu vida anda sin
esos caballos salvajes,
se impaciente y vete,
por que la promesa esta suelta,
aquella dama que vivía,
ahora se escurre
en lágrimas de melancolía.

Por Carlos Osorio

martes, 19 de marzo de 2013

Alejandra

 
Vámonos a donde nace el silencio
aunque el frío duela
y las palabras quemen.
En la boca de quien las dice,
en los oídos de quien escucha,
en las manos del que esto escribe.
 
Porque la Luna se oculta
y se muestra al otro lado
tú caminaste hacia ella, para mostrarte luego.
Allá, donde se guarda el Sol.
 
Mírame, sonríeme, vuelve tus ojos,
no mires hacia adentro, así;
que la vida te haga viento, canción, momento
en el que tus manos tocaban colores
y de tu boca salían imágenes
con que tu nombre grabaste.
 
Mientras, nosotros nos quedamos aguardando más que tú
Sin embargo, vámonos, juntos
a donde el Padre y la Hija
y el espíritu humano.
Alcanza nuestras voces,
quédate aquí dentro
de las letras,
de las luces,
la nostalgia con que llevo tu instrumento.
En mi música, estás,
en mis versos, estás,
en mi reposo, estás,
en nuestra ausencia, estás,
Porque,después de nada
¿Qué es la muerte sino vida en los otros?
 
Por Juan Fredi Leyva Payan.

lunes, 18 de marzo de 2013

ODISEO A TELÉMACO

Mi querido Telémaco,

                         La Guerra de Troya
ya terminó; no recuerdo quién fue el vencedor.
Sin duda que los griegos, sólo ellos dejarían
tantos muertos tan lejos de su propia nación.
Pero aún, el camino a mi casa ha sido eterno.
Mientras perdíamos el tiempo allí, Poseidón,
casi parece, estiró y extendía el espacio.

Ya no sé dónde estoy ni qué lugar puede ser
éste. Podría parecer alguna isla ruin,
con arbustos, edificios, y cerdos que chillan.
Un jardín ahogado en yerbas; una reina u otra.
Pasto y piedras enormes… ¡Telémaco, hijo mío!
Para un errante los rostros de todas las islas
se asemejan unos al otro. Y la mente yerra,
contando olas; los ojos, llagados de mar,
corren; y la carne del agua obstruye el oído.
no logro recordar cómo se inició la guerra;
incluso qué edad tienes--no me puedo acordar.

Crece, entonces, Telémaco mío, crece fuerte.
Sólo los dioses saben si nos veremos luego.
Ha sido mucho desde que dejaste de ser
aquel bebito ante el cuál araba con los toros.
De no haber sido por los trucos de Palamedes
seguiríamos viviendo bajo el mismo techo.
Quizá él estaba en lo correcto; lejos de mí
estás tan a salvo de las pasiones edípicas,
y tus sueños, Telémaco, son irreprochables.

                       
                           Joseph Brodsky  (versión original en inglés)

                           Versión al español, Hernán Sicilia (23)

domingo, 17 de marzo de 2013

Y empiezo a escribir con una pluma renegada a hacerlo



Y empiezo a escribir con una pluma renegada a hacerlo
(Arriba la prueba)

Yo como la pluma; reniego,
de todos los cadáveres vejados,
de las cabezas tiradas en el cemento,
de las gotas de sangre salpicadas en mi rostro.

Me rehúso a hacer la analogía, entre las cabezas esparcidas en la calle
Y los granos de arroz esparcidos en el umbral de las iglesias

Reivindico a la muerte,
quiero morir como se debe ,
quiero morir de vida y no de muerte
a manos de la naturaleza
y no dejar mi vida en una cifra
         
        38000 muertos

Hoy un poeta decidió no volver a hacerlo ,
por lo menos delante del papel;
pero yo se que seguirá
Disparando,
Perforando cerebros y corazones;
Porque su grito es el silencio…..

SILENCIO
        SILENCIO
                  SILENCIO
                            SILENCIO
                                                    SILENCIO
                          !KABUM¡
                               !RATATATATATATATA¡
                                     !TRRRRRRRRRRRRRRR¡
                                           !ABCDEFGHHHHHHHHHHHHH¡
Y aquí la diferencia
Sus balas son palabras no pólvora,
Sus granadas desprenden versos, no esquirlas
Y aunque apuñala corazones les da vida.


Por Jorge.

jueves, 14 de marzo de 2013

En mi muerte (no te quiero)

En el bosque,
entre el quebradizo café
y el puro verde
y la puerta 
y tu nombre,
la luz y la sombra pisada
y una nube,
tu cabeza y la lumbre
de la noche antepasada/atempestada,


                       No te quiero

          no te quiero

                                              no te quiero

no te quiero.


En mi muerte
(no te quiero),
en la laguna,
en las rosas y en los pueblos,
los olores y los humos,
en el cuento y en el viento.

En la cadencia del zumbido silencioso de la cama oscura,
tu cabeza y mi cintura,
tu cabeza y la lumbre,
y la lumbre
y la fiebre de la noche atempestada/antepasada,

                           
                                  No te quiero

                                                 no te quiero

                no te quiero

no te quiero.

miércoles, 13 de marzo de 2013

La hojarasca.

La hojarasca que ha caído
es la palabra muerta,
vacía de sí, se ha ido.
!Que ironía¡
La armonía que mostrabas
se queda en el lodo 
de tu insolvencia,
se queda media muerta.

Los árboles fijan raíces,
su lenguaje es eufonía,
contrario a las acciones
que de mi disponías,
urdiste una trampa,
donde luego naufragaría. 

Ahora le pido al camino 
me lleve a lo normal,
a lo ordinario, 
que me aleje de los árboles,
de la hojarasca que 
haces al dejar caer tu sed.

Carlos O.

martes, 12 de marzo de 2013

Ojos misericordiosos.

Esos, tus ojos misericordiosos.

Me vez, y tus ojos me dan calor.
Siento que estoy en mi hogar;
me vez y tus ojos me dan paz.

Esos ojos color café
me dan la sensación
de que los he visto desde siempre.

Tengo el placer de mirarlos a diario
y resulta aun más placentero,
saber que yo en ocasiones cruce por ellos.

Pero me causa rabia, envidia, celos…
Le tengo hasta odio;
a la que tenga el privilegio de que tus ojos
(esos ojos que me encantan)
la miren con amor.
 
Por Arai G.

lunes, 11 de marzo de 2013

AMÁNDOLO HASTA EL PLAGIO


Puedo escribir los versos más nuestros este día.

Escribir, por ejemplö: "El sol esplende al cielo,
Y revuelan, doradas, las aves, a lo lejos."

Los capullos en flor se reabren al viento y danzan.

Puedo escribir los versos más nuestros este día.
Yo lo quiero, y a veces él ya también me quiere.

Largos días como este lo tengo entre mis brazos.
Y lo beso mil veces bajo el cielo infinito.

Cuánto me quiere, es cierto, así también yo lo quiero.
Cómo no amar la luz de sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más nuestros este día.
Pensar que siempre es mío. Sentir que no se aleja.

Oír el día inmenso, más inmenso con él.
Y el alma brota en versos como el árbol al ámbar.

Qué importa que mi amor no consiga guardarlo.
El día está en parvada y él está aún conmigo.

Eso es todo. En nosotros alguien canta. En nosotros.
Mi alma se abre contenta con tenerlo a mi lado.

Como para gozarnos mi mirada lo encuentra.
Mi corazón lo encuentra, y él está aún conmigo.

El otro día que cobreará los otros árboles.
Nosotros, los de ahora, aún seremos los mismos.

Cuánto lo quiero, es cierto, cuánto más lo querré.
Mi voz se abrasa al aire para encender su oído.

Tú mío. Serás mío. Tan siempre de mis besos.
Tu voz, tu cuerpo terso. Tus ojos abismales.

Cuánto te quiero, es cierto, que tan mío te quiero.
Es eterno el amor, y es tan corta la vida.


Porque en días como este te tengo entre mis brazos,
Mi alma se abre contenta con tenerte a mi lado.

Aunque este sea el únicö amor que alguien me inspira,
Y estos sean los versos donde habitemos siempre.

      Hernán Sicilia (22)

domingo, 10 de marzo de 2013

Esperamos a Godot

Te esperé pensando que era verdad.
Esperé y sigo esperando.

Limando el tiempo
Que uno pretende que nunca pasa
Es la búsqueda de un deseo

“Esperaron a Godot
Pero Godot
Nunca llegó”

Sin decirnos nada
Sólo una espera de dos palabras
Que se juntan
Como la idea de lo que uno espera

La idea que nos enajena
Y nos hace perder lo único
Que es importante.

“La vida
no esperó
a Godot”

Ya pasó
el momento
de esperar
a Godot.

viernes, 8 de marzo de 2013

Los exiliados del humo


En medio de la noche, en un cuarto prácticamente oscuro en el que la única luz era la pequeña lámpara sobre la mesa de madera Julián decidió volver a sus viejas andadas. Tomó un cigarrillo con la mano derecha y lo sujetó suavemente con sus labios rojos; sacó el zippo de su bolsillo trasero y lo encendió mientras la mano izquierda cubría el fuego que encendería el cigarro.

    Julián estaba confundido, no sabia cómo empezar. Jaló fuertemente el humo del cigarro y lo contuvo unos segundos dentro de su cuerpo para después poder exhalarlo suavemente. Movió la silla de madera y se sentó frente a la mesa; se podía ver una hoja en blanco y un frasco de tinta azul. Cerró los ojos. Estaba perdido en sus pensamientos, entonces recargó la cabeza sobre la mesa y comenzó a respirar.

    En un acto de distracción, Julián dejó caer el cigarro al suelo, se apagó al instante. Tomó otro y lo encendió de la misma forma, como si fuera un ritual. Se quedó dormido sobre la mesa.

    Pasaron las horas y parecía que el final de Julián había llegado, pero no era así; estaba soñando, inspirándose, sintiendo. El suelo de la habitación se llenó de cajetillas vacías, Julián fumaba compulsivamente, pero su hoja seguía en blanco. El cuarto estaba lleno de humo, es sorprendente imaginarlo después de tantos años sin fumar.

    Él quería escapar y simplemente no sabía a dónde. Esto ya le había pasado antes, en su antigua habitación, la solución había sido escapar, exiliarse; ahora no sabía qué hacer, no tenía a dónde ir. El humo invadía su mente, lo atormentaba, lo mataba.

    Una gota de tinta manchó la hoja, Julián enloqueció. La noche se confundía con el día, el sol entró por la única y pequeña ventana de la habitación iluminando de a poco. Comenzó por la mesa donde Julián dormía y, pasando el tiempo; iluminó las cajetillas del suelo hasta que, al final, la habitación se iluminó por completo, mostrando letras azules en las paredes blancas: se trataban de los poemas que Julián había escrito entre delirios la noche anterior.

    Julián comenzó a gritar, enloquecido. Bajó las escaleras de forma apresurada, sin mirar atrás. Llegó a la calle y comenzó a llorar enfurecidamente. Estaba asustado y no quería cometer los mismos errores del pasado; no quería caer la rutina de hace apenas unos años; no quería escapar de nuevo de la realidad y exiliarse de sus acciones, de sus pensamientos, de sí mismo; quería ser feliz y dejar a un lado sus problemas.

    Su más grande temor era cometer las mismas acciones del pasado: fumar y escribir por las noches. El exilio funcionó por un tiempo pero todos, exiliados o no, volvemos a los orígenes. Julián temía a escribir pues sentía que dejaba un trozo de él en cada frase; sentía que poco a poco iba muriendo, se desintegraba entre la tinta y el papel.  Y así fue, desapareció pero esta vez, entre el humo de su habitación.

 Por Mariela Flores Aguilar.