Hoy desperté a kilómetros de vida lejos de ti. Curiosamente lo hice más temprano que nunca. Sin sueño, sin estrés. En el desayuno me bebí tu recuerdo en una taza de café y lo acompañé con un pan rancio como mi historia pero dulce como mi libertad. La ducha fue breve como eterna, tardé sólo un momento en lavarme todas las impurezas del ayer, pero largas fueron las horas en las que masajeé con shampoo un mundo de pensamientos. Me vestí con las ropas de tu ausencia, remendadas con la tela del olvido y la prosperidad. Después agrupé un sinfín de ideas, anécdotas y aspiraciones, las guardé dentro de mí boina y con ella cubrí mi cabeza. Afuera hace frío, nieva. Pero adentro es cálido, acogedor. Tomé mi mochila llena de dudas, de expectativas y salí una vez más rumbo a la aventura, esa, a la que llamamos vida. Emprendí una vez más mi camino a kilómetros de vida lejos de ti y mientras pensaba en todo y en nada recordé, que hoy se celebraba una festividad. Tal vez un aniversario, quizás navidad. No importa, es lo de menos. Es un buen pretexto para regalarte un beso, un cuento, un escrito más.
Por Hugo Garciamarín.