Soy mármol, soy piedra, soy polvo; soy materia de otra clase. Estoy hecho de partículas pequeñas, de átomos microscópicos, de briznas de ser. Reposo en el molde de las esculturas, me labran letras, nombres, mensajes, fechas… No puedo partir de mi sitio. A veces, soy ese polvo que queda después de tallar la roca y divaga por el ambiente. Varío de estado, me transformo en estatua, me paralizo. Luego la gente me imita. A veces me quiebro por dentro, a veces la fisura se nota en mi tez, grisácea, dura y fría como si el sol no existiera. Alguna vez fui la columna de una catedral, luego fui cariátide. Me transformaron en gárgola, después en rostro desfigurado. Varios años estuve en un museo; me veían atónitos, como si mis ojos vieran, como si se movieran. Pues sí, estoy vivo, vivo por dentro. Respiro por los poros de mi material, siento con la misma intensidad que los humanos. Escucho lo que dicen de mí. Veo sin vendas en los ojos, y aunque mis ojos no se mueven, y no parpadeo, miro, observo los atardeceres que se impregnan en mi superficie. Soy un ser extinto, extinto entre las sombras de la existencia. Me escondo de las nuevas obras de arte. Estoy sujeto a los cambios del ambiente… He sentido la lluvia, las gotas de agua que mi piel permeable absorbe y apagan mi sed de ser. Algunas se resbalan más lentamente que otras, y me traen noticias de otros polvos, de otras piedras, de otros mármoles. No conozco más allá de mi espacio y mi tiempo, aunque he vivido desde hace mucho. He sido base de edificios, ornato de palacios, y a veces, sólo una mísera piedra de río. Diremos que son como mis otras vidas. Y luego el ábrego me hace levar, y levitar, y viajar por muchos confines inesperados. Y quedo impregnado en forma de ceniza en paredes, vidrios, claros y espesos. Ya no quiero ser mármol, ya no quiero ser piedra, ya no quiero ser polvo. Quiero ser humano, y sentir cómo persona, quiero hablar como los seres inteligentes, y saber sobre la vida. Quiero observar con varios puntos de vista los atardeceres, y quitar el polvo de las paredes. Sentir la brisa húmeda sin que estropee mis facciones, sin que me deteriore. Quiero ser como la gente, desplazarme como ellos, caminando hacia los destinos, quiero aspirar los perfumes del existir, pero sobre todo, quiero amar como persona, quiero querer a mis semejantes, y procurar la paz del mundo. Pero estoy atrapado entre lo sólido de la materia, entre lo superficial del diseño, entre trozos de roca, entre polvo apelmazado. Estoy atrapado entre lo que soy, soy inerte, soy yacente, soy gris, duro, liso, permeable, frágil; soy mármol, soy piedra, soy polvo…
Hernán Sicilia (17)