ella sonríe sin saber su armónica condena,
pasea por los parques en madrugadas moribundas.
La vida de esa niña se llevaron al nacer,
su rostro cobra la cuota de la bastardía,
nadie la tomará y le dirá cómo crecer.
Su madre, ¡cobarde! la abandonó,
no pudo la vida ensordecer sus pensamientos,
sus penumbras la llevaron a ese camino
tirado en la ruin vida llena de ensordecimientos.
Ahora se debe sostener, alguien la va a querer,
un rostro y un alma que divaga no puede así permanecer.
Esa niña me ha quitado lo que nadie había hecho,
se llevó algo intocable, se llevó en sus ojos
mi pecho cuarteado por su triste semblante oxidado.
Por Carlos Osorio.