Se veía tan feliz por fin, reposando en aquel lugar en donde ya no había problemas de ningún tipo. Sonriendo como nunca antes se vio. Su familia lo observaba con asombro desde un lugar más alto. Parecía el hombre más alegre sobre la faz de la tierra. Algunos lloraban incautos al mirarlo, otros lo apreciaban en silencio sintiendo un vacío resquemor. Él estaba ahí. Solo. Durmiendo apaciblemente en su ataúd.
Por Alan Santos
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