martes, 24 de julio de 2012

Un montón de líneas y ningún ciclo


La gente decía: "Es momento de cerrar ese ciclo y comenzar uno nuevo", pero por más que lo escuchaba, por alguna razón se negaba a aplicar el consejo.

Un día, en el que veía caer la lluvia por la ventana, lo comprendió...

Simple y sencillamente, ella detestaba esa oración; y no es que tuviera algo en contra de los ciclo.

Como amante de las ciencias exactas, ella sabía que no había nada más tranquilizante que un ciclo definido y sin sorpresas.

Era más bien que le desagradaba pensar en una vida formada por ciclos, pues eso representaría una existencia sin sorpresas, sin sabores y en la cual estaría condenada a repetir los mismos aciertos, pero también los mismos errores.

Y eso definitivamente iba en contra de su naturaleza. No. Si su cida pudiera verse en una hoja de papel, no habría ciclos, habría líneas, montones y montones de ellas.

Líneas con un punto de partida y uno de final, líneas rectas, curvas o amorfas, unas tan cortas que parecerían puntos y otras tan largas que parecían interminables.

Algunas formarían un ángulo de 90˚ con otra que pertenecería al dibujo de alguien más, o serían paralelas, o comenzaban paralelas y después se iban alejando...

Eso era la vida para ella, un montón de líneas y ningún ciclo.

Por Santa Irais Chamorro.

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