sólo en el brillo.
Sé unos ojos que se dibujan
como diamantes en un colmillo.
Siento la antigua compañía
que le hace la sombra
a un viejo roble.
Soy la piedra que ahora
es polvo.
El manojo de romeros que se quedan.
Y de nuevo veo un nunca
impedido por la naturaleza.
Una cicatriz en la tierra,
una llama en la arena.
Pelo que ya no está
en mis ojos en la mañana.
Una mirada profunda
como la de un animal
confundido.
Déjame ser contigo
lo que son el roble
y la sombra.
Armonía para los viajeros
Que descansan por ahí.
Para hacer un camino
más ameno para aquel
que en nuestra sombra reposa.
Seamos el árbol y la sombra.
Las hojas secas en el suelo
que permiten la vida.
Seamos un roble y sombra,
o seamos lo que quieras.
Por Sebastián González de León y León.
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