Quiero escribirte algo, bella,
pero sueltas mis palabras,
algo lejos de abrazarlas,
se me alejan sin su huella.
¿Qué tanto deseas bella?
¿Amarrarme de las
plantas
y
dejármelas atadas,
o correr conmigo de distante querella?
Y no serán tus pies puros,
como los de la Fuensanta,
pero no pecan con gusto.
Que los que me odien sean tus pies
para que ahora, toque al alma
escoger
lo que tú desees.
Por Mersault
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