Todas estas noches de temblores incontrolables,
sudores fríos y sensaciones inconexas han estado plagadas de tus visitas en lo
más profundo de mi mente. Y no sé cómo sacarte de ahí, no sé siquiera si quiero
hacerlo, ya que esa es la única manera en la que puedo tenerte cerca.
Suena un tanto extraño, medio obsesivo quizás, lo sé,
pero si algo he de admitir, es que ahora que te conozco, ya no puedo estar sin
ti. No sé que tengas que me haya conquistado, no sé qué te haga tan especial
pero no puedo sacarte de mi mente, todo el día pienso en ti, y cuando no, tu
recuerdo me persigue en las noches, me acecha entre sueños y no me deja dormir
en paz, me provoca sueños multicolor en los cuales yo provoco en ti lo mismo
que tú en mí, provoco de manera natural que te enamores de mí y compartimos
momentos únicos, hasta el momento en que abro mis ojos a la realidad y me
encuentro en mi cama, solo, sin ti.
A veces me he puesto a pensar largo y tendido sobre
esto y llego a la conclusión de que ésto no es sano. Estas ilusiones nocturnas
se han vuelto recurrentes, incontrolables, tan poderosas que he empezado a
perder la noción de la realidad, he comenzado a creerme los cuentos que mi
imaginación crea, a caer en los juegos que mi mente crea y a perder lentamente
la cordura.
¡Ya no te quiero en mis sueños!
Siendo sinceros, te prefiero en mi realidad.
En una realidad tangible, tan tangible como tus
labios pegados a los míos y no una simple ilusión que se puede acabar con el
timbre de un despertador. Pero eso no es posible, al menos no ahora y es por
eso que debo conformarme con esta dulce aflicción que me provocan tus
visitas nocturnas, visitas que me alivian por momentos para luego destruirme al
desvanecerse con la facilidad con la que abro mis ojos.
Ojalá que llegue el día en que no sea necesario soñar
contigo, pero antes de que ese día llegue, antes del día en que no sueñe
contigo, sufriré y gozaré a la vez cada una de esas noches en las que
eternamente estarás conmigo.
Por Flavio Reyna.
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