me obliga a exaltar el mio,
condicionas su soberanía
metiendo malas compañías y,
vulnerando la mandíbula
que articula el placer
de sentirse amado.
También hay mentiras
que carcomen lo dicho por ti,
amarras lo corroído después y,
me obligas a creerlo.
Dejo de escuchar verdades,
tus labios han traicionado
el todo que esbozábamos,
puedo tolerar tu pesimismo,
los gritos de caudalosos ríos,
que comas como un oso,
el reproche de mis actos,
pues eso se convertirá en virtud,
esperaré a que suceda...
pero que mientas, que traiciones,
eso hace errar el corazón.
Por Carlos Osorio
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