Quiero hacer con usted, lo que la primavera con los
cerezos.
Disculpe el atrevimiento, pero lo observo
pensativo,
distante, ido.
Quiero preguntarle qué piensa, me intriga su mente,
y su voz apenas
la conozco.
¿Está usted vivo o sólo lo imagino?
Lo miro paciente, ahí, quieto, tranquilo,
inhalando y exhalando, y con cada paso de su respiración
s me eriza la piel.
Me atrae joven de
los ojos cafés;
Y lo único que tengo de usted es un ademán con su mano
(l derecha
para ser exactos)
y la sonrisa, que cada que me otorga la dicha de
observarla
me siento realizada. En calma.
¿Me respondería una pregunta?
¿Podría sentarse a mi lado y brindarme su presencia?
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