martes, 11 de noviembre de 2008

5 minutos

Oscura, oscilante, la mirada de la vecina exasperante, aburrida, melosa, la novia de esta, que siempre carga su cara asquerosa, sumisa, poseída, el carácter que tiene ante esta situación, donde se encuentra perdida, con duda, con rencor, por no poder resolver sin querer soltar una gota de sudor.

Sin culpa, sin dolor, cae al piso la una entre las dos.

La sombra oscura, oscilante, con un tiempo aburrido, a una hora melosa, con un sentido sumiso y poseído de duda y de rencor, donde las dos comparten su culpa y su dolor.

Espectacular, fantástico, el santuario de las dos, donde la una y la dos, dos comparten esta sensación, mala, buena, triste la relación que cautiva mi corazón, no se sabe, no se entiende, es casi azul, casi azul el sendero que bebe, toma, traga, se regocija en esa dirección que tanto halaga, seductora, abrumadora, la traición de su alegría; un instante de pasión que rebasa todo límite de lo verdadero, lo falso, lo justo, lo injusto, lo bello y lo no bello.

Solo son cinco minutos de pasión.

Por Sebastián González de León y León.