martes, 24 de abril de 2012

Quisiera, a veces

Vivencias clausuradas, simples
antes sin solución
aparente.

Quién diría que aquí
estaría, un día  
una noche cualquiera.

Si mezclara llantos voraces y
clarificara la real solubilidad tendría,
tal vez, palabras.

El día entero quiso comprender
mis noches, aquellas casi irrevocables
luces de días.

Primeramente, la carente bebida
inusual se adhiere a tan quemada 
piel mía.

Quisiera, a veces, lograr 
ese cálido abrazo suyo, aquél
repleto hasta el borde de alegrías.

Quisiera, a veces, sentir
aquella seguridad poco trascendente,
fugaz y permanente.

Porque, ambos sabemos -tú
y yo- cuánto nos queda y
cuánto no puede ya permanecer.

Por Lucía Labra