Siempre tuvimos un aliado,
un [Shadow blanco]. En
Universidad y Churubusco
empezamos (verdaderamente) a andar
en un [Shadow blanco].
Nos besamos en un estacionamiento
en un [Shadow blanco]
–mucho tiempo/muchas veces/casi diario–.
De regreso platicábamos
en el [Shadow blanco]
y a veces nos dejábamos llevar,
te dije de Pico, de la morte di bacio,
(“bacio, es, entre las posturas del amor
corporal,
la última y la más avanzada
que figura como símbolo del amor extático”)
la última vez que nos besamos
en el [Shadow blanco].
Se llamaba “el Palomo”,
a veces paso frente a tu casa
y veo parado el [Shadow blanco]
paso en otro coche que está andando.
Ahora no busco un [Shadow blanco]
porque en uno dejé mi futuro
/ya no hacen futuros como antaño/
no lo busco, porque no hay tantos
y si lo encuentro, que no sea el [Shadow
blanco...
que no sea el [Shadow blanco ocupado por
otro].
Por Adam Vázquez.