lunes, 30 de abril de 2012

Armonía para animales.


A los perros les fascina la música. Tanto es así que uno de ellos decidió aprender a tocar el piano. El perro viajó por los siete mares y los cinco continentes buscando a los mejores maestros en dicho instrumento, hasta que después de años y años de práctica consiguió convertirse en el mejor intérprete de piano del mundo canino. Entre sus habilidades destacaba la capacidad de tocar Tristesse con una sola pata y la grand polonaise brillante acompañada de la filarmónica de ratones de la ciudad de Varsovia.

El perro timorato, maestro en las obras de Chopin y Beethoven, gustaba de componer canciones en su mayoría dedicadas a la magnifica sensación de morder los neumáticos de los automóviles o de hurgar en los desperdicios de los humanos, aunque de vez en cuando componía sinfonías para los gatos burlones que jugaban con estambre.

Después de un tiempo y de un sinfín de alaridos y ladridos de los perros del mundo ovacionando su música, el perro se hartó y se retiró a su casa en Abenberg. Entre tantas reflexiones caninas descubrió que no le apasionaba tocar el piano, demostrando su vehemente nostalgia por perseguir la pelota o morder a los intrusos que merodearan la casa. Se lamió una patita, se rascó la barriga y fue a lamentar tantos años desperdiciados embriagándose como de costumbre, con el agua inodora del retrete.

Por Alan Santos.