lunes, 1 de abril de 2013

UN ÁRBOL APENAS


Me deshojo cual árbol en otoño

y mis flores se queman y marchitan
con el infame soplo del invierno.

De mi boca salen pájaros en desbandada,
prestos a tocar el cielo;
ligeros, abismales, liberados:
parvada de susurros y silencios.

Y en los pocos nidos que en mis ramas restan
habitan la espera y el reposo.

A veces siento que mi tronco es hueco
que ya no sube el agua por mis celdas,
o que el sol es un copo diminuto.

Y así, sin agua, ni hojas,
sin pétalos, ni pájaros,
un rizo hirsuto apenas,
donde el sol no hace ya florecer la primavera,
donde ya sólo mora la quietud,

¿seré ese árbol todavía?


                   Hernán Sicilia (23)