lunes, 16 de abril de 2012

Historias de Jardín.

Los niños son esos seres diminutos y frágiles que andan dando vueltas por el patio de la casa y ensucian los sillones con plastilina y mocos. Caminan de un lado a otro con sus pasos torpes e intermitentes buscando aventuras diversas en la inmensidad del jardín. Cuando de la nada se les aparece la criatura misteriosa, el ser enigmático que todo crío quiere conocer. Se acercan tambaleantes, inseguros, hasta que arriban a la esquina del jardín donde crecen los geranios, y admiran con asombro a los animales de seis patas coloradas y cabeza espacial.

Después de unos instantes pierden el miedo a lo desconocido y como buen ente humano comienzan a pisotear despiadadamente a las criaturas que corren despavoridas de un lado a otro buscando salvación sin encontrarla. Pobre Formicinae, vienes al mundo a ser aplastada por los vástagos de  entidades gigantescas con complejo de superioridad y de grandeza. Nunca te fíes de un humano. Menos de los que aparentan ternura y delicadeza.


Por Alan Santos.