Y un hombre de ostentoso traje y
carácter petulante camina con su sequito de lame botas por las calles de su
ciudad. Señala lo ya creado, y lo que pretende crear vislumbrando mundos de
fantasía e irrealidad. Pregunta
los apelativos de diversas calles y avenidas sabiendo que no importan porque los
nombres los conmuta a voluntad. Y al mirar su reloj, con enfado se da cuenta
que se le ha hecho sumamente tarde. Molesto comienza a cuestionar la sensatez y
credibilidad del tiempo, a lo que éste con la mirada fija en un punto vacío en
el horizonte responde: «pues que
quieres que yo haga, si el que manda aquí eres tú».
Por Alan Santos.