martes, 21 de mayo de 2013

¡Nos mudamos!


Queridas y queridos lectores y lectores. Con afán de mejorar este espacio que ya durante más de un año les hemos brindado, nos mudamos a otro sitio. 

Nos sentimos agradecidos por todas las aportaciones que han hecho todos los que nos han mandado textos para publicarles. El blog seguirá con la misma dinámica pero con muchas más ofertas y servicios a su disposición.

Próximamente León y León pasa a ser:

ENTRE LETRAS

Atentamente, Equipo de trabajo León y León.

domingo, 19 de mayo de 2013

1994 y estos días



1994
Solía avasallarte el viento
la medalla de las hojas aun verdes para tu imagen
el beso maternal aletargado, orbitando tibio sobre patios de arroz
la sonrisa preñada de certidumbre, viva, a veces también
las lagrimas bajo la lluvia.

Palabras para andar y tal vez para palpar entre la bruma
el eco cariñoso y niño de tu existencia de rio
la tarde casi triste
húmeda, tus ojos y la boca
la soledad bien oculta, sedienta
germinando silenciosa, agria e incolora
galopando desdentada, recia
injusta.

ESTOS DIAS
Batalla en la inexpresiva sombra, en el quizá de un beso
en la geometría humeante del abandono
en la porción de tierra
más alejada del cielo

Tus mentiras piadosas
tus lunas amables y diminutas
el hermoso estallido de tus carcajadas
semillas, flores y por qué no, hasta piedras coloradas
todas ellas tus almas, todas la arena ardiente
puesta como azúcar
en el en el rubor carmesí de tu cara.



Por Basquiat

jueves, 16 de mayo de 2013

Sombras y reflejos

A los tantos años
nos volvemos sombras
de recuerdos y caricias.

Nos volvemos un “la cagué”
o “la cagaste.”

Somos la sombra desfigurada
proyectada sobre un suelo
engañoso, que al parecer
se ha hecho agua,
como nuestra bondad derretida
líquida como el oro
de nuestra corona
como aquello
que se escapa de mis manos.

Se ve un poco diferente
el día, la luz, quiero decir.
Me detuve en un escalón
y voltee a ver si salía
detrás de mí.

Sólo mi sombra
en un reflejo
me seguía.



Sebastián González de León y León.

miércoles, 15 de mayo de 2013

Promesa


El canto del ave se la lleva,
mis ojos ven como desaparece,
cae en el acantilado que pasea,
vertiginosa y sin velarse. 
Se combina la fe y olvido,
el tiempo es desconcertante,
las palabras no cobran sentido
porque son ajenas a ella.

Carlos Osorio.



lunes, 13 de mayo de 2013

Agua y espiga


Cuando vi el trigo en tus ojos supe

Que me había salvado del hambre

Y al penetrar el mar en tu vientre
Que estaba a salvo de toda sed


Cuando vi que la sal de tus ojos
Mojaba el desierto de tus labios

Supe que habitaban en mi boca tus silencios


Pero cuando regresaste al fuego
Y las llamas consumieron tu alma
Y el trigo y el mar fueron ceniza

Cuando todo se sembró de las tinieblas

Supe otra vez de la sed y el hambre

Y tuve miedo...


                                   Hernán Sicilia (23)

domingo, 12 de mayo de 2013

El asterisco


Un asterisco
que se esconde ¡tras!
las palabras

Pues su imagen
parece su sonido


*


Por Sebastián González de León y León.

viernes, 10 de mayo de 2013

Recuerdos quemados


El fuego encendió pasiones, el humo llenó el espacio de a poco, las llamas calentaban el corazón de los presentes. No necesitaron gasolina, el celuloide prende por sí solo y las ganas de acabar con el pasado no podían esperar. Javier quemó todas las fotos pensando que así borraría el pasado, creó la imagen perfecta en su cabeza: encender todo terminarían con los recuerdos, desaparecerían las personas de ese oscuro pasado.
    No pensaron que un lugar abierto sería una mejor opción para el acto. El humo invadía sus pulmones, Jessica tosía y escupía sangre a cada instante. Sus dedos inmóviles e inexistentes acariciaban su cabello mientras el cuerpo se llenaba de tierra y cenizas. Javier comenzó a perder la vista, el fuego quemó sus retinas: se derretían como hielos bajo el sol del verano.
    Los dos jóvenes no estaban solos, Estela los observaba desde la ventana del edificio de enfrente. Quería entender lo que pasaba en esa oscura habitación, pero no conseguía hacerlo. Veía sombras, luz roja, humo y pudo percibir un olor muy extraño; no era papel quemado ¿pólvora? ¿carbón? no lograba distinguir; aspiraba el aire con más fuerza. Los bronquios rechinaban fuertemente, pero su curiosidad no le permitió escuchar el sonido.
    Javier se acercó al montón de fotos prendidas, sus pantalones se encendieron sin dejar huella alguna, no notaba su ceguera ya que sólo veía al fuego y podía distinguir la luz de las llamaradas en contraste con la oscuridad del cuarto. Jessica tosía con mayor frecuencia, la sangre comenzaba a salir por su nariz; sentía calor en el pecho, una especie de acidez que subía por su tráquea quemando todo lo que había a su paso. Estela, asoleada, se deshidrataba mientras aspiraba el humo con olor a carne quemada.
    Quemar los recuerdos, las fotos; era una forma de eliminar al pasado, de matar a la gente que los había marcado. Querían estar juntos en el presente sin notar que las personas de las fotos eran ellos. Los tres niños vivieron juntos en Celaya cuando tenían apenas cuatro años. El padre de Javier los había maltratado, todos recordaban al señor canoso con sombrero de paja que los golpeaba, que los tocaba.
    Estaban marcados y el fuego sería el encargado de borrar todas las cicatrices. Las fotos tenían la imagen de los niños, nunca salía el campesino recolector de fresas. Eliminar el pasado, borrar los recuerdos, quemar el dolor. Encender las fotos implicó dejar a un lado la inocencia de los niños; Javier, Estela y Jessica murieron esa tarde, intoxicados por los recuerdos quemados. El señor permaneció vivo en Celaya, sin recuerdos, sin culpas. Quemar el pasado afecta el presente. Nunca existieron.


Por Mariela Flores Aguilar.

miércoles, 8 de mayo de 2013

Senderos.

Las motas de polvo golpean,
los árboles caídos acarician
pasos dados que
la tierra misma acata,
hacen que el viento oxidado
acaricie el rostro de un tiempo
que nunca ha llegado.

Revoluciones recorren el sereno,
las tranquilidades se apaciguan,
para que algo simple transcurra;
que pase la luz del viajero olvidado.
Las cadencias de la voz
salvan lo tortuoso que pudiera ser
toda la odisea.

El sendero pronto terminará,
mientras,
todo transcurre con normalidad,
como las gotas de una tormenta
al caer sobre la tersa arena.


Carlos Osorio.

martes, 7 de mayo de 2013

Ya no quedan casualidades buenas


Esa chica, esperaba sin esperar una señal divina. Tal vez la casualidad más grande de su vida.
Sucedió por azares del destino, de algún modo no previsto, pero su alegría tomaría un solo sentido.

Un lunes por la mañana, subía al metro, como lo acostumbra a hacer solo en el inicio de semana. Leyendo a Vargas Llosa, en la pagina donde recuerda perfectamente esta línea: “Tuya, tuya, tuya. La fetichista de los nombres.”Concentrada en su lectura, se le nota su expresión perdida, hundida en las letras de ese, su libro favorito.

Percibe una mirada en su rostro, de esas que se clavan, parecía ser devorada por esos ojos oscuros, que se ocultan debajo de esos grandes arbustos que pretenden ser unas cejas. No recuerda más que aquella mirada desconcertante que aprisiono su mente, convirtiéndola en una masa gigante de ideas pensando, ¿qué es lo que tenía ese chico?, que sin siquiera haberle dicho una palabra, basto su mirada para saber que con él, se iba a empapar el alma.

Su vida no va a ningún lado, solo transcurre, viaja, se ahoga, se esfuma, siente que se escapa como el agua por sus dedos. Es su juventud.
Sus dos décadas la deprimen, se consume. Permanece estática.

El nombre de aquel pasa por sus oídos por primera vez, lo escucha, lo ve, lo saborea, lo huele, lo toca. Y se aparecen frente a sus ojos, la líneas de Marito: “La fetichista de los nombres” pero solo sería de su nombre que, al pronunciarlo le recorría una culebrita por la espalda. No era menos que sentir el nombre de dios en su lengua. Claro, si dios mismo tuviese nombre.

Él es como todo lo que ha aprendido en sus veinte años: es lo que los Beatles describen en sus canciones, lo que Benedetti escribe en su poesía, él es como un mambo de Tin-Tan. Es, para ella, los hoyuelos en sus mejillas que se dibujan con su sonrisa.

Simplemente es el desconocido, que le robo en un beso, su conciencia.


Por Arai G.

lunes, 6 de mayo de 2013

De Cristal

Fría. Diáfana. Inerte en el muro. Distante. Ajena. Reposa en dirección al horizonte. Trata de abrazar al viento, pero éste se estrella en su cuerpo: liso, transparente, cristalino y limpio. Su cuerpo terso y duro, a la vez que delicado y transparente, afoca las escenas de la vida. Atrás de ella a veces se aprecian los atardeceres rojizos, y cerca del mar siente su brisa. Otras veces ha sido testigo de anocheceres; hasta ha reflejado el brillo de las estrellas y ha vivido la blancura de la luna. Pero ningún astro ha sido tan profundo como el claro espesor de su existencia. De grandes dimensiones protege sus dominios; es inocente, delgada, pero imponente como cortina de hierro. No deja al aire; le impide el paso. Es maravilloso pensar que está hecha de arena y se ve tan resistente. Es de arena fundida y corre el riesgo de quebrarse, en un estruendo estrepitoso y caer en llanto; o simplemente desmoronarse y sus partículas cual polvo se las lleve el viento. Pese a los riesgos de fisurarse, ella sigue templada y abierta a la mañana. Hay viento… lo escucha y trata de imitarlo, pero su imitación es en vano y suena opaca. Continúa ahí, invisible como siempre, seria, sin expresión. Se fue y ahora permanece en mi memoria; en el recuerdo del olvido. La sigo viendo, de pié en la pared de la casa que bordea el océano; despidiéndose de mí desde el alba al ocaso. La ventana de la sala reposa inerte en el muro… fría… diáfana… distante; y ajena…

Por Hernán Sicilia (16).

domingo, 5 de mayo de 2013

Aestiva tempora


Aunque aún no comenzaba el verano, por la tarde el sol, ya mantenía tibia la hierba de los prados, los alumbraba en un gesto cálido y complaciente, con un candor somnoliento  pletórico y difuso, que aquietaba los repentinos vientos, vaporizando el dócil rumor que se ruborizaba entre las ramas.

Por encima, en el más azul de todos los cielos, tal vez en el cielo esplendo de creta, las nubes aparecen danzando altivas, yo lo sé, prometen ser generosas, mientras esponjándose se regocijan  mirando el pardo tono de las higueras, en una mezcolanza de moléculas de hidrógeno venusino y ángeles y arcángeles licuándose y condensándose;  estas nubes, como criaturas adánicas, boreales y blandas de pronto…  se aparean, irrumpiendo en la silenciosa  vastedad de un desierto profundo y  azulado, sudan y serpentean, a instantes con bravura, otras tantas con desconcertante ternura, parece que se montan unas encima de las otras, como mamíferos húmedos y humeantes, como insectos cristalinos y jadeantes, habidos de una certeza efímera, una certeza de espuma, que al mirar de pronto a Baco, inconteniblemente, se esfuma.

Pero algo ocurre abajo, en la tierra, en los estratos en que se depositó el polen durante el diluvio, en una porción de tu península, justo en la noble rivera donde cultivas la seda, en la que de forma onírica y entre poética tiniebla, se gesta la uva, el sonido, y  el murmullo, ese gemido indescifrable de tu flora y de tu fauna, de tus paramos helénicos, donde crecen y decrecen  arroyos alquímicos y oscuros, de los que se desprenden vivas y armónicas transpiraciones que exhalan  tus oraciones femeninas, tu andar taciturno y nostálgico, tu respirar, tus vientos, tus enojos y sonrojos, las arboledas tornasoles de tu intima inquietud.

martes, 30 de abril de 2013

Illusive Man



Empezaré por tus pies,
grandes y delgados como tú;
tus piernas largas, palidecidas,
por el uso de pantalones ajustados.
Eres alto, que es tan difícil escalarte.

Brazos escuálidos, casi de piel pegada al hueso
tus muñecas, que dejan ver tus venas.
Y tus manos, ¡Oh tus manos!  Tan grandes y de dedos largos;
son las mejores manos que he tomado.

Tu cuello que deja ver el fruto prohibido,
asomándose sólito, por voluntad propia.
Me he sorprendido al ver tu mentón, cubierto de hormiguitas
que llegaron a habitarte, de pronto.

Tu cara, que no me canso de mirarla;
y no bastan mis palabras, ni la tinta de esta pluma
para describirla.


lunes, 29 de abril de 2013

Por una duda elaborada


Por una duda elaborada
de tres partes compuesta
las mil vueltas al sol que damos
esa necesidad que nos detiene
frente a cada argumento redondo sin relleno
y algo más que no recuerdo
que sin embargo nos detiene
pues nos volvemos duda

Y nos volvemos duda
sin espacio a lo que tenemos
ni a lo que tenemos

Por Sebastián González de León y León.

domingo, 28 de abril de 2013

SOMNIUM-SOLITUDE

¿En qué lugar de este inmenso dolor?
debió ser en el archipiélago trémulo e inaudito de tu ausencia
o en la sustancia signica del vacío
quizá en la blanca y absoluta amargura de un cielo último,
no lo sé, tal vez, en el fatal oxigeno de silabas y lágrimas conteniendo tu imagen
embarcada en mi extravió.



Debe ser ahí, en la oquedad insombre  de un verbo muerto, nostálgico, espeso de pureza,
dilatado en un universo olvidado y sódico,
a la sombra de tu jardín de sofismas y arándanos;
lo expresa la química profana de tus vientos y tus labios,
lo nombra el rumor que fragua las vaporosas oraciones del invierno.



Cae la oscuridad sobre el mundo y
desde  una implosión proveniente de un gemido de mercurio
desciende la neblina ovárica en la que endulzas las mentiras…
ahora lo recuerdo, fue en la nocturnidad y sus incendios
minutos antes de la perfumada lluvia.


Basquiat.


viernes, 26 de abril de 2013

Despierta ahora


Despierta ahora que en tu sueño
mueres por un apretón en la mano
pues de tu cuerpo ya no hay dueño
que permanezca a un lado como hermano

Espera despierto pues la mano dormida
se te rompe y desechas esa basura
de sueño que tienes

Por Sebastián González de León y León.

miércoles, 24 de abril de 2013

Cibeles hija del cielo.


Afuera, la noche fluye arrítmicamente, como una melodía sincopada en la que el ruido de los grillos se adhiere de una manera caótica e implacable a las luces tenues, que meditabundas salpican apenas luz en mi cuarto, justo en el instante en que, en algún lugar, una mutación cromosómica se diluye en el último sueño de un anciano, en la cercanía de los limites semióticos de la inconciencia. Yo, distingo notas de piano, suenan tan melancólicamente, que casi podría afirmar que no quieren sonar, en su sonido se advierte el poco deseo por hacerse pronunciar, y ahora trágicamente se van volviendo silencio, hasta que gradualmente se disuelven en el aire.
Sorprendo tu mirada, cabalgo sobre estepas solitarias hacía ella, comienzo a sentir un deseo irremediable de ti, imagino mi cuerpo sembrando en tierras pardas la almendra de tus ojos, las palabras quedan ahora inanimadas, pierden su significado, secas hasta carecer de sentido, se suspenden, atravesando el espacio ocre de lo indescifrable. En la planicie me aqueja una sutil molestia, un vacío mío, una desesperación que se contrae y se expande, una implosión, una burbuja elemental, que levita armónicamente en el líquido amniótico de la existencia; comienzan ahora a sonar los sortilegios, se elevan arremolinándose hacia la soledad, acto reflejo, aparece la luna, remontada en el centro de la negrura del cielo, como pintada por algún animal surrealista.
Tú sonríes, te creas esa atmosfera de ligereza y dulzura, es entonces que me asaltan unas ganas irremediables de contarte mi angustia, de morderte la carne gruesa de los labios, de encaminarnos en corrientes y preguntarte, con los misterios que la noche me confiere,¿ por qué vos sonríes así?,¿ por qué vos te vas y no me esperas?, ¿Por qué vos me notas triste y no me das  tu voz?; sobre la mesa, el café ahora está frío y se ha aquietado en su superficie, desde lo abismal del cielo, los astros derraman su luz sobre la tierra; cierro los ojos y al último cigarrillo doy la última calada, intento dar un sorbo al insípido café pero lo derramo sin querer sobre esta hoja, vos para mí no te derramas, ni cálida ni tibia, vos te alejas…fría.
Tal vez será que sabes adentrarme con sigilo en la nocturnidad con ese vestido de verano, como la tarde adentra a las aves intranquilas en la profunda y tibia noche, mostrándoles su ultimo fulgor de helio, pero tal vez por eso mismo sea también que en ciertas ocasiones te odie, odie tu ser y tus muslos tiernos, y comience ahora a odiarte aún más porque sé que vienes a platicarme de ti, porque con aparente ingenuidad me preguntas si quiero saber, no das tiempo a mi respuesta, (aunque tal vez no logre formular alguna),comienzas, suavizas el tono, de pronto creo que comenzaras por describir el viento, pero empiezas por hilar nubes y arrecifes; te acercas, tu
boca dice que Cibeles es hija del cielo, que en su plexo, gametos centellean y desde él se desprenden fotones, que anhelan alumbrar la diáfana oscuridad de los ciruelos.




Por Basquiat.


 

 

martes, 23 de abril de 2013

Menú diminutivo.

Me encantas concentrado,
tu expresión suave
se torna fuerte;
me encantas, seriecito.

Tu boquita se levanta
¿Quieres besito?
Me fascinas, trompudito.

Tienes todos tus sentidos atentos
te pones tan bonito;
calladito.
 
Por Arai G.

lunes, 22 de abril de 2013

Hoja de otoño [Fragmento]


Todavía,

las hojas otoñales
no han caído.

Como gotas de lluvia.

* * *

Y he visto

las lluvias amazónicas,

* * *

la tenue turbación
de una granada,

entre tu pubis,

* * *

las sombras que al ocaso
el cielo rasgan,

* * *

el mar
que ocupa el mármara,

una gota

la miel de todo el ámbar,
el semen de los álamos, dorado,

* * *

el suave ondeo de agua bajo el cisne,
lo blanco de su cuello,

su cuello duplicado en ese espejo,

* * *

el globo del planeta en una lágrima,

* * *

la noche más obscura en tu pupila,

la chispa que le brota
dese el fondo,

resplandor que eclosiona
el universo.

* * *

La hoja se desprende de la rama;
la gota, de la nube.

                              Hernán Sicilia (23)

viernes, 19 de abril de 2013

La danza limpia






Hoy están vivos a pesar de haber vivido cosas extraordinarias. Ellos se preguntan qué hacen las personas para ser felices, pero simplemente no entienden las sonrisas estúpidas de los enamorados al ver las jacarandas tapizando las calles de la ciudad. "Más basura de la naturaleza", piensan sin abrir los ojos con optimismo, con esperanza. Otro día de salir a la calle sin ganas de hacerlo; maldito trabajo que les tocó realizar, maldito el día en que decidieron dejar todo a un lado para obtener ganancias efímeras. No sabían lo que el futuro les traería, y no esperaban terminar así, barriendo las calles de la ciudad.
    Quisieran pensar que su vida cambiará, aunque no saben cómo ni cuándo. Se tambalean y menean la escoba desilusionados. Otro puto día de trabajo, otro igualmente interminable como el anterior. Cuando deciden partir a su hogar, el trabajo no está terminado, nunca terminará, y el siguiente día tendrá más basura acumulada.
    Aunque quisieran romper con la rutina, no pueden hacerlo. Al llegar a casa, deben lavarse. Sin recursos, tienen que llenar cuatro tinajas con agua para toda la semana: en las noches se meten en ellas y comienzan a tallar sus cuerpos. Son dos hombres pudorosos que, aunque han vivido juntos mucho tiempo, no pueden lavarse sin cubrir sus genitales con toallas que suelen terminar empapadas.
    Su casa no es más que un pequeño cuarto con dos ventanales: uno, el de madera, les sirve para poner sus cremas; el otro, el mas grande, está cubierto por una reja de metal, la cual les sirve como tendedero. Ya no soportan vivir ahí, quisieran regresar a su país de origen, pero escaparon de una forma poco amable: huyendo del sistema de justicia. Jamás podrán regresar a Japón.
    Después del baño, se duermen y sueñan con un nuevo día en el que su vida cambiará. Despiertan sin ganas de abrir los ojos a la realidad: otro día de trabajo en la gran ciudad. Se arman de valor y toman las calles.
    Comienzan por barrer cada rincón; hacen su trabajo a prisa como si en verdad fueran a terminarlo, como si las hojas de los árboles dejaran de caer por un instante, como si la gente fuera más limpia y guardara su basura, como si en verdad la limpieza fuera un objetivo fijo. Saben que su trabajo no tiene fin, pero eso no impide que busquen cambiarlo.
    Ese minuto fue mágico. Pusieron sus botes de metal sobre la calle, agarraron sus escobas con ambas manos y comenzaron a tararear La vie en rose. Bailaron abrazando las escobas sobre los botes. Los ciudadanos afortunados que pudieron presenciar el momento, no dejaron de sonreír. Simplemente era algo inesperado que nunca más tendrían la fortuna de ver, al menos no en la gran ciudad.  
    No sabían lo que pretendían con su baile, no sabían lo que hacían ni el impacto que causarían en el resto de los ciudadanos; el cambio había llegado, el cambio que tanto habían esperado, con el que siempre soñaron. ¿Por fin podrían vivir como siempre habrían querido? Eso es algo que aún no saben, pero pronto lo descubrirán.
    Siguen bailando sobre los botes, con sus escobas, siempre limpios.

Por
Mariela Flores Aguilar .

jueves, 18 de abril de 2013

The Bench


A young American tourist walking past midnight by a park in the old city of Edimburgh. After a dozen minutes of contemplation in a slow pace, he encounters a most beautiful woman sitting on a bench, all alone, dressed with a white gown as dictated by the Greek usance.

Parsimoniously with the manners of an old dixie planter or a careless sage, he took his side of the bench with amplitude. But as he opened his mouth a carstic "Hey" was emitted, he instantly regreted to have unleashed without feeling or thinking, such a horribly and disgraceful sound.

But as the attractive ginger-haired gowned woman accepted his thirsty salutation with an explendid charm, he continued his introduction, probably with a "how you doin'" (perhaps the most confined and evolved developement to his eco-system). After the inmensely appealing young lady and the lost but gentle tourist completed their addresses, -the woman in the initiative this time- asked the most common –So, what do you do for living?- then, the story you are now reading gets interesting and abnormal.

-Well ... I'm not allowed to spread that information, so today I'm a wraith hunter- He showed a cunning smile, and bending with his elbows supporting him over his lap, inhaled the smoke of a delicate white cigarette; then continued. -Have you heard about wraiths?
-Tell me about them- Said the young woman with an elegant tone and glaunced back to him. -Are they dangerous?
-Well indeed, that's why they need professionals like me.
-And, do they scare villagers and so?
-Just as dragons do, my lady, and very intelligent creatures they are, you see.
-How much? - Asked intrigued.
-Like having a degree in philosophy-.
-Today that isn't prove of being intelligent. - Having a slightly affected tone.
-Such as being a wraith. - He concluded, being proud of himself by having such a fast response.

As this to be the key to a more familiar game, in which flirting takes a tacit role, she moved towards him.
-So tell me boy, you look fit; how hard is your work? Seems that you need to be in a good shape.
-Well, the agency has trained us. - Having showed a less than proudfull arm and pounding it with his bare hand he laughed.
-But tell me more. - With graveness in her manner. -Why is there an agency in combat to them?
They're hostile to us, men; they claim we've occupied their sacred forests.
-Well, you men have.
-Presumingly you are talking for every man?
-There is an ancient legend among certain people called Buryads, in the north of the land you call Siberia. Anyway, the kernel of truth in this legend is that once there was a lede who were the first intelligence created by God. In the early days of Eden, before man was conceived, all the lands and animals and waters, scents and sounds and colours were given to wraiths as to be the ultimate guardians of the creation. They were by far intelligent, and looked always ahead towards that commitment. And so they erect a golden kingdom; which lacked of misery or authority or work division. Everything was at hand, everything was easy, and the King ruling the Eden was innocence.
 But as God became bored with that perfection, he created man in His image. With all his power, with all his will.
And then, this creature, new to this paradise, broke the only law to them: reproduction. So in the land of the unharmed they multiplied without an end. In matter of solar cycles they overwhelmed us, and being outnumbered in the finite lands of Eden claimed its consequences.
God as a conciliating father created for us Earth, marking for us every danger and every obstacle we should learn to avoid. So in this beginning we shared with you the countries, hence you discover richness and greed surfaced your skin like sweat every time you moved.
You drown us into the rivers, the Tigris, the Nile, the Euphrates and the Indus and the Ganges and the seven seas themselves were tainted in our fluids by your selfishness. We gave you response we assembled an army and stroke your blossoming societies.

He thought she was exaggerating the gamed conversation, and so his face showed it. The woman in the light dress saw it and markedly changed its tone, less biblical, a tone to be understood, but still the same one, the only way in which she had learned the language of them. He then offered a cigarette to try to calmed own that odd lady which takes to an encounter.

-We have been in every culture, named by different tongues and worshipped by most of men, all of them who agreed to offer sacrifices as a symbol of the importance of nature, our realm, would be protected and blessed with our wisdom and luck and if not they shall be punished by their co-dwellers. Still, you returned to decimate us and vanished us to the forests, where we were protected by your elders with legends of disgraceful endings. Our last stronghold that it was. Was.

But till the last inch of that land is returned, the flower of your progeny, your sons and daughters will be continue to be terrified at night, that may not seem to be a threat to mankind, but between dreams is when the army of wraiths can extract the power of the soul, and little by little we have been depleting your race from its vitality, we have introduce to humankind, the worst of the plagues, the apathy.
Another once he offered a cigarette.

She accepted.  Vaporising as she enter into contact with the cigarette.

Agent Noth was found in a demential state.

miércoles, 17 de abril de 2013

La niña perdida.

Las sombras de la infante cargan su historia,
ella sonríe sin saber su armónica condena,
pasea por los parques en madrugadas moribundas.

La vida de esa niña se llevaron al nacer,
su rostro cobra la cuota de la bastardía,
nadie la tomará y le dirá cómo crecer.

Su madre, ¡cobarde! la abandonó,
no pudo la vida ensordecer sus pensamientos,
sus penumbras la llevaron a ese camino 
tirado en la ruin vida llena de ensordecimientos.

Ahora se debe sostener, alguien la va a querer,
un rostro y un alma que divaga no puede así permanecer.
Esa niña me ha quitado lo que nadie había hecho,
se llevó algo intocable, se llevó en sus ojos
mi pecho cuarteado por su triste semblante oxidado.

Por Carlos Osorio.

martes, 16 de abril de 2013

¿Porqué eres tan alto?

Llego puntual a nuestro encuentro,
te saludo cordialmente, intento no correr a tus brazos
te presentas tan majestuoso a mis ojos, que no puedo más
y me derrumbo.
 
Me abrazas, y me embriagas con ese olor tuyo
la peculiar mezcla perfecta entre tabaco y colonia
no puedo dejar de aspirarte.


Me has hecho como has querido, infeliz.
me has alimentado, como a las a ves
de a poquito… con migajas.


Tengo la vista tan nublada. ¿Me has hecho llorar otra vez?
Siento tus dedos pasando por mis mejillas sonrojadas
             (el rojo que solo tú provocas)
los deslizas suavemente, secando las lágrimas, una a una.


Susurras a mis oídos: “aquí estaré y que no me iré”.
                 ya no te creo nada, blasfemo.
Pretendo disfrutar solo este pequeño momento.


Te enredo entre mis bazos, los ajusto a tu cuello
y poniéndome en puntitas intento besar tus labios.


         ¿Por qué eres tan alto?
                                        ¡No te alcanzo!
 
Por Arai G.