domingo, 14 de octubre de 2012

Vagones

Venía de descubrir el engaño de su pareja. Lo último que esperaba era tener a su lado a una niña, de esas que te examinan de pies a cabeza, preguntando con la mirada todo y a la vez nada.
Ella sólo cubría su rostro haciendo como que se dormía. Y la niña, haciendo como que le importaba lo que ocurría.

Siguiente estación.
Baja una madre y con ella la niña.
María sigue llorando con el rost

ro cubierto y acallando el llanto. Ni cuenta se da que su inquisidora se ha ido.

Siguiente estación.
Casi está por llegar a donde transborda.
De pronto, alguien le toca el hombro ofreciéndole un pañuelo. Eleva la mirada y es él. Aquel que será el amor de su vida y nunca sabrá su nombre. Él sólo le dice que es demasiado joven para llorar por amor.

Ella desconcertada, sólo esboza una mueca, se limpia las lágrimas y cuando voltea... ya no está.

Siguiente estación, es hora de bajar.




Por Claudia Sánchez.