domingo, 29 de abril de 2012

Marité



En la arborescencia de las habitaciones casi llenas por tu recuerdo,
en el corazón de la manzana o en la manzana que se parte,
en el desayuno apenas mezquino porque tiene que olvidarse,
Soy un grillo contigo.

A veces hay una rata tras la puerta que toca el teclado.
A veces nuestras manos son dos alondras que se persiguen
o nuestros cuerpos son dos ríos que se templan,
y soy un grillo contigo.

Un grillo como la hierba
que susurra aliviada por el rocío.
Un grillo como el sonido más simple
de un chasquido o cerrar los ojos y oír
hojuelas llenando el plato de cereal
dentro de tus ojos.
Un grillo como posarse en tus senos
y sentir que no hay un tacto
más dulce ni más preciso.

A veces mi carne se parte como una naranja.
A veces tu silencio también me acaricia.
A veces me sabe la boca a tus labios apenas rosados como huellas
y mis cuerdas de guitarra se frotan.

En las nauseas del pasado con sus navajas rotas,
en la furia cuyo pozo está en la palma de mis manos,
en la ventana vacía e inmensa que cubrimos con  las sábanas
mis cuerdas de hombre te llaman.

Te están llamando.

Ven.

Noviembre de 2012


Por Diego Christian Saldaña Sifuentes.