miércoles, 28 de noviembre de 2012

Tierra libre.


Sueños en campos de trigo amarillo tostado por la suave resolana
que el sol de invierno deposita en las espigas regocijantes
por el baile del viento que azotó con cuidado todo el año la cosecha.

Manos agrietadas de hombres que labran su vida,
viven para la tierra café que regocija de ser trabajada
por la longevidad y fuerza de ellos, llenos de propósitos,
de fe, de vida exaltada por las bocas que alguna vez su trigo tocará.

¡Deben de cuidarse!, les incumbe ahuyentar a sus lobos,
homo homini lupus en todo lo que hacen,
el enemigo convive con ellos, les quitan y exigen su trabajo,
trabajo que llenan con el sudor de la espalda que queman
bajo el incesante poder del sol a medio día.
En la tierra común se cobijan, los lobos caminan por sus campos y
se comen a la persona individual que ha hecho su faena por el trigo.

Deben de liberarse de  sí mismos,
actuar guiados por la conciencia no colectiva,
afanarse a la pasión que siente
su corazón al gastar la tierra con sus pies,
ocuparse de su felicidad en los campos,
pero nunca olvidarse de su individual persona.