martes, 17 de abril de 2012

Yo también te quiero


Me gustaría poder mentirte, como tantas otras veces lo he hecho, para escaparme de aquella pesada mirada tuya que condena con el peso de mil suelas, y así surjan de la nada un par de risillas tontas con las que espero me perdones absolutamente todo. Pero no; el inmenso acervo de mentiras que poseo (el cual alguna vez consideré infinito) se me ha agotado con el transcurrir de los años, por lo cual hoy he optado por una salida que si bien no es tan elegante sí es más efectiva y más degradante: la verdad. Me mantendré fiel a los hechos y te los expondré sin inútiles rodeos, sin miedos, como aquel que habla con la autoridad de la pesadumbre justificada y se entrega a su verdugo con el pecho bien erguido, esperando únicamente el correspondiente mas no justo castigo. Así me mostraré ante ti para que no tengas otra opción (tal vez después de un par de reproches) que sentir lástima por mi persona y no sólo me disculpes por mis miles de estúpidas faltas sobre las que me vi obligado por necesidad a incidir, sino para que me pidas perdón por haber sido tan dura, tan incomprensiva, tan falta de tacto. Perdóname por haber sido una ciega y no darme cuenta de tus múltiples problemas que te llevan a actuar como lo has hecho, me dirás mientras que con lágrimas corriéndote por el rostro, te me entregarás sin tregua para encontrar refugio en mi pecho.

Más tarde me gustaría ir por un helado.

Por Alonso Pi