Ésta es la muerte de su sombra
de la que estaba harto ya.
Cuidadosa espuma que se eleva
por la pura molestia y alevosía
de haber asesinado,
de ironía y de pecado.
La muerte de su densidad soberbia
que enmascaraba las habitaciones,
y que nublaba la vista y los sueños
y los mundos.
Descontrol de esfínteres,
desefrenado trote de caballos
y cabellos rotos y venas rotas.
Es la muerte de su mugre,
de su mirada sin fin
y de la emergencia de querer salir corriendo,
emergencia de querer morir.