Impenetrable instante, dos segundos para percibirte y pensarte.
Eres aún. No logro descubrir cómo percibir tus engaños de tartufo y sus mediciones.
Minuto: Maestro místico de meridiano, mueve su mirada muda en mascaras muertas de la mañana.
Pido a gritos, rezo en rodillas, ahogo en fuego el cielo, sucumbo ante la palida pared del mundo.
Por Darío.