viernes, 15 de junio de 2012

¡Chin, mano!





No mames, hace mucho que no usaba esta pantiblusa y orita que la traigo puesta, ¡qué rico se siente!


No sé cómo ni por qué, de repente llegaste a mi imaginación.
Iba en el puma rumbo al teatrillo intelectualoide eslamero y poesía performancera, todo muy glam, muy postmo, arte y eso. Estaba leyendo cosas del lenguaje y del pensamiento (bien alejado el pedo) pero yo creo que sentí muy pegada esta madre de la pantiblusa y entonces tuve una experiencia contigo, medio sexual la onda.


Ayer te vi más guapo que la primera vez que te topé (ayer fue la segunda). ¡Estás rechulo, mano! Fue raro que cuando te conocí era de noche y te vi bien güero y ayer, ya de día, topé que eres un morenazo bien lindo pero lo que se dice lindo, ¡lindote!


Bueno pues, entonces no sé qué transa porque orita es muy temprano para que me ande imaginando estas cosas tan eróticas: besarte rápido con mi lengua helada y húmeda, rodearte con mi cuerpo, y que tú pasees tus brazos y tus manos por mi espalda y mis senos pequeños y disparejos. Tus rastas, la imagen de tus rastas en esta escena tan chingona, seguro me llevaría a un delicioso y bien mojado orgasmo, si no hubiera agarrado esta madre (segurito que me llevaba) y detenido mi mente para anotar esta mamada. Bueno, no vayas a creer que por "mamada" me refiero a una mamada, no, nada de eso, eso no lo he imaginado aún, sólo fue la expresión.


Al rato me inventaré otras cosas más acá muy acá para enriquecer tu imagen en mi memoria y volverme loca y estremecerte también. Tal vez toques el sax y me mires o cierres los ojos muy concentrado para que la cosa se vuelva más íntima y sensual. Por cierto que cuando te escuché tocar esa vez me dieron ganas de gemir de un modo casi imperceptible, perceptible sólo si mis labios hubieran estado rozando tu rostro, así muy cerca de tu oído.


¡Chale! Y todo esto nada más porque sentí la pantiblusa pegada como si fuera tu pantalón pegándoseme al clítoris...


¡Qué chido! ¿No?


También recreé tu risa lenta y boba pero sexy. Me contagia muy mamón aunque casi nunca entiendo de qué ríes. Reíste otra vez y metí mi lengua en tu boca sin dejarte reír más, tejí mis dedos a tus rastas y metí tus manos por mi pantalón para agarrar mis nalgas.


No quería bajarme del puma porque me distraería más que cuando decidí inmortalizarte en mi libreta azul pero tenía que bajar para echar la poesía ahí en el Che y pues que se acaba la fantasía, ¿no?


¡Lástima! Un día, que te metes una línea y que se te atora en las narices y que te entra una gripa rara y tremenda de varios días...


Desapareciste una noche en un chou de circo, choro ondergraundsoso callejerezco bien mamalón y sólo quedó tu sax flotando para caer después al piso de la tarima donde estabas parado. Fin.


¡Lástima! Porque eres perfecto pero pues ni existes, namás te andaba inventando, no eres cierto...


Te inventé para mí y mi sexo. Inventé tu cuerpo para mi cuerpo y mis sentidos. Inventé tu color y tus rastas, tu sax y tu armonía es mía, todo tú eres mío. Te desaparezco y te convierto en una mano, en la mía, en mi lengua, en mis gemidos, te creo hombre moreno y barbado, te hago imagen y sonido. Te hago mío y te convierto en mi pantiblusa, azul, delgada, pegadita, mojadita.


Entré al Auditorio, a un cuarto de fracción del eventazo y después de otro cuarto, que comienza la función...


Un chou de circo, choro ondergraundsoso callejerezco bien mamalón...
Abrí mis ojos con una expresión seguramente muy cagada pero ¡verga! estaba inmóvil y más pinche roca quedé cuando llegó a mis oídos... ¡Hermoso sonido metal, no te vayas nunca!


Era él, eras tú, hombre moreno y barbado, mi mano, mi lengua, mi armonía, mi sax, mi clítoris bañado.


No mames, hace mucho que no usaba esta pantiblusa y orita que la traigo puesta, ¡qué rico se siente!
Por cierto que cuando te escuché tocar me dieron ganas de gemir de un modo casi imperceptible.


Te hago mía, pantiblusa azul, delgada, pegadita, mojadita.


¡Hermoso sonido metal, no te vayas nunca!






— Jarana Mosquito