lunes, 4 de junio de 2012

Pasional 15. Infidelidades.


Monserrat amiga del vecino y dueña de la tienda de lencería, siempre cierra a las siete en punto su local. Se hace veintidós minutos de la tienda a su casa, sin contar los días en los que el tráfico es insoportable y los limpia parabrisas llueven como cascada sobre los vidrios de los automóviles. Cuando arriba a su hogar siempre lo encuentra solo, por lo que la mayoría de las veces hace lo que le plazca con la casa. Aquella vez decidió invitar a unas amigas para festejar su futura boda, la cual estaba tan próxima que se podía oler el champagne y saborear el pastel de bodas en la boca.

                Las amigas arribaron a la casa con prontitud y entre copas y canciones de Timbiriche, a alguna de las mujeres más animosas se le ocurrió llamarle a uno de sus amigos por teléfono para que trajera una manada de hombres y reavivara la reunión. Los hombres se aparecieron cual bandada por la puerta, y al entrar, encendieron la velada con su masculinidad congénita.

                Monserrat disfrutaba de la jarana como si esta fuese la última de su vida. Bebió menjurjes y mezclas extravagantes, bailó de formas que en sus cinco sentidos nunca se le hubiesen ocurrido bailar. Y conoció a un  sujeto guapo y sensual que la invitó a bailar y con quien comenzó a entregarse a la pasión y los deseos carnales. Se manducaron los labios con celeridad, y mientras se desvestían el uno al otro, el delirio los llevó hasta el cuarto de ella en el segundo piso. Abrieron la puerta, y de la habitación sólo salió un fuerte grito inesperado. Era su prometido semidesnudo sobre otra mujer. El silencio se propagó en el ambiente cual ventisca helada. Lo peor fue que la tipa aquella tenía ropa interior provocadora, misma que Monserrat vendía en su lencería todos los días.

Alan Santos.