martes, 30 de abril de 2013

Illusive Man



Empezaré por tus pies,
grandes y delgados como tú;
tus piernas largas, palidecidas,
por el uso de pantalones ajustados.
Eres alto, que es tan difícil escalarte.

Brazos escuálidos, casi de piel pegada al hueso
tus muñecas, que dejan ver tus venas.
Y tus manos, ¡Oh tus manos!  Tan grandes y de dedos largos;
son las mejores manos que he tomado.

Tu cuello que deja ver el fruto prohibido,
asomándose sólito, por voluntad propia.
Me he sorprendido al ver tu mentón, cubierto de hormiguitas
que llegaron a habitarte, de pronto.

Tu cara, que no me canso de mirarla;
y no bastan mis palabras, ni la tinta de esta pluma
para describirla.


lunes, 29 de abril de 2013

Por una duda elaborada


Por una duda elaborada
de tres partes compuesta
las mil vueltas al sol que damos
esa necesidad que nos detiene
frente a cada argumento redondo sin relleno
y algo más que no recuerdo
que sin embargo nos detiene
pues nos volvemos duda

Y nos volvemos duda
sin espacio a lo que tenemos
ni a lo que tenemos

Por Sebastián González de León y León.

domingo, 28 de abril de 2013

SOMNIUM-SOLITUDE

¿En qué lugar de este inmenso dolor?
debió ser en el archipiélago trémulo e inaudito de tu ausencia
o en la sustancia signica del vacío
quizá en la blanca y absoluta amargura de un cielo último,
no lo sé, tal vez, en el fatal oxigeno de silabas y lágrimas conteniendo tu imagen
embarcada en mi extravió.



Debe ser ahí, en la oquedad insombre  de un verbo muerto, nostálgico, espeso de pureza,
dilatado en un universo olvidado y sódico,
a la sombra de tu jardín de sofismas y arándanos;
lo expresa la química profana de tus vientos y tus labios,
lo nombra el rumor que fragua las vaporosas oraciones del invierno.



Cae la oscuridad sobre el mundo y
desde  una implosión proveniente de un gemido de mercurio
desciende la neblina ovárica en la que endulzas las mentiras…
ahora lo recuerdo, fue en la nocturnidad y sus incendios
minutos antes de la perfumada lluvia.


Basquiat.


viernes, 26 de abril de 2013

Despierta ahora


Despierta ahora que en tu sueño
mueres por un apretón en la mano
pues de tu cuerpo ya no hay dueño
que permanezca a un lado como hermano

Espera despierto pues la mano dormida
se te rompe y desechas esa basura
de sueño que tienes

Por Sebastián González de León y León.

miércoles, 24 de abril de 2013

Cibeles hija del cielo.


Afuera, la noche fluye arrítmicamente, como una melodía sincopada en la que el ruido de los grillos se adhiere de una manera caótica e implacable a las luces tenues, que meditabundas salpican apenas luz en mi cuarto, justo en el instante en que, en algún lugar, una mutación cromosómica se diluye en el último sueño de un anciano, en la cercanía de los limites semióticos de la inconciencia. Yo, distingo notas de piano, suenan tan melancólicamente, que casi podría afirmar que no quieren sonar, en su sonido se advierte el poco deseo por hacerse pronunciar, y ahora trágicamente se van volviendo silencio, hasta que gradualmente se disuelven en el aire.
Sorprendo tu mirada, cabalgo sobre estepas solitarias hacía ella, comienzo a sentir un deseo irremediable de ti, imagino mi cuerpo sembrando en tierras pardas la almendra de tus ojos, las palabras quedan ahora inanimadas, pierden su significado, secas hasta carecer de sentido, se suspenden, atravesando el espacio ocre de lo indescifrable. En la planicie me aqueja una sutil molestia, un vacío mío, una desesperación que se contrae y se expande, una implosión, una burbuja elemental, que levita armónicamente en el líquido amniótico de la existencia; comienzan ahora a sonar los sortilegios, se elevan arremolinándose hacia la soledad, acto reflejo, aparece la luna, remontada en el centro de la negrura del cielo, como pintada por algún animal surrealista.
Tú sonríes, te creas esa atmosfera de ligereza y dulzura, es entonces que me asaltan unas ganas irremediables de contarte mi angustia, de morderte la carne gruesa de los labios, de encaminarnos en corrientes y preguntarte, con los misterios que la noche me confiere,¿ por qué vos sonríes así?,¿ por qué vos te vas y no me esperas?, ¿Por qué vos me notas triste y no me das  tu voz?; sobre la mesa, el café ahora está frío y se ha aquietado en su superficie, desde lo abismal del cielo, los astros derraman su luz sobre la tierra; cierro los ojos y al último cigarrillo doy la última calada, intento dar un sorbo al insípido café pero lo derramo sin querer sobre esta hoja, vos para mí no te derramas, ni cálida ni tibia, vos te alejas…fría.
Tal vez será que sabes adentrarme con sigilo en la nocturnidad con ese vestido de verano, como la tarde adentra a las aves intranquilas en la profunda y tibia noche, mostrándoles su ultimo fulgor de helio, pero tal vez por eso mismo sea también que en ciertas ocasiones te odie, odie tu ser y tus muslos tiernos, y comience ahora a odiarte aún más porque sé que vienes a platicarme de ti, porque con aparente ingenuidad me preguntas si quiero saber, no das tiempo a mi respuesta, (aunque tal vez no logre formular alguna),comienzas, suavizas el tono, de pronto creo que comenzaras por describir el viento, pero empiezas por hilar nubes y arrecifes; te acercas, tu
boca dice que Cibeles es hija del cielo, que en su plexo, gametos centellean y desde él se desprenden fotones, que anhelan alumbrar la diáfana oscuridad de los ciruelos.




Por Basquiat.


 

 

martes, 23 de abril de 2013

Menú diminutivo.

Me encantas concentrado,
tu expresión suave
se torna fuerte;
me encantas, seriecito.

Tu boquita se levanta
¿Quieres besito?
Me fascinas, trompudito.

Tienes todos tus sentidos atentos
te pones tan bonito;
calladito.
 
Por Arai G.

lunes, 22 de abril de 2013

Hoja de otoño [Fragmento]


Todavía,

las hojas otoñales
no han caído.

Como gotas de lluvia.

* * *

Y he visto

las lluvias amazónicas,

* * *

la tenue turbación
de una granada,

entre tu pubis,

* * *

las sombras que al ocaso
el cielo rasgan,

* * *

el mar
que ocupa el mármara,

una gota

la miel de todo el ámbar,
el semen de los álamos, dorado,

* * *

el suave ondeo de agua bajo el cisne,
lo blanco de su cuello,

su cuello duplicado en ese espejo,

* * *

el globo del planeta en una lágrima,

* * *

la noche más obscura en tu pupila,

la chispa que le brota
dese el fondo,

resplandor que eclosiona
el universo.

* * *

La hoja se desprende de la rama;
la gota, de la nube.

                              Hernán Sicilia (23)

viernes, 19 de abril de 2013

La danza limpia






Hoy están vivos a pesar de haber vivido cosas extraordinarias. Ellos se preguntan qué hacen las personas para ser felices, pero simplemente no entienden las sonrisas estúpidas de los enamorados al ver las jacarandas tapizando las calles de la ciudad. "Más basura de la naturaleza", piensan sin abrir los ojos con optimismo, con esperanza. Otro día de salir a la calle sin ganas de hacerlo; maldito trabajo que les tocó realizar, maldito el día en que decidieron dejar todo a un lado para obtener ganancias efímeras. No sabían lo que el futuro les traería, y no esperaban terminar así, barriendo las calles de la ciudad.
    Quisieran pensar que su vida cambiará, aunque no saben cómo ni cuándo. Se tambalean y menean la escoba desilusionados. Otro puto día de trabajo, otro igualmente interminable como el anterior. Cuando deciden partir a su hogar, el trabajo no está terminado, nunca terminará, y el siguiente día tendrá más basura acumulada.
    Aunque quisieran romper con la rutina, no pueden hacerlo. Al llegar a casa, deben lavarse. Sin recursos, tienen que llenar cuatro tinajas con agua para toda la semana: en las noches se meten en ellas y comienzan a tallar sus cuerpos. Son dos hombres pudorosos que, aunque han vivido juntos mucho tiempo, no pueden lavarse sin cubrir sus genitales con toallas que suelen terminar empapadas.
    Su casa no es más que un pequeño cuarto con dos ventanales: uno, el de madera, les sirve para poner sus cremas; el otro, el mas grande, está cubierto por una reja de metal, la cual les sirve como tendedero. Ya no soportan vivir ahí, quisieran regresar a su país de origen, pero escaparon de una forma poco amable: huyendo del sistema de justicia. Jamás podrán regresar a Japón.
    Después del baño, se duermen y sueñan con un nuevo día en el que su vida cambiará. Despiertan sin ganas de abrir los ojos a la realidad: otro día de trabajo en la gran ciudad. Se arman de valor y toman las calles.
    Comienzan por barrer cada rincón; hacen su trabajo a prisa como si en verdad fueran a terminarlo, como si las hojas de los árboles dejaran de caer por un instante, como si la gente fuera más limpia y guardara su basura, como si en verdad la limpieza fuera un objetivo fijo. Saben que su trabajo no tiene fin, pero eso no impide que busquen cambiarlo.
    Ese minuto fue mágico. Pusieron sus botes de metal sobre la calle, agarraron sus escobas con ambas manos y comenzaron a tararear La vie en rose. Bailaron abrazando las escobas sobre los botes. Los ciudadanos afortunados que pudieron presenciar el momento, no dejaron de sonreír. Simplemente era algo inesperado que nunca más tendrían la fortuna de ver, al menos no en la gran ciudad.  
    No sabían lo que pretendían con su baile, no sabían lo que hacían ni el impacto que causarían en el resto de los ciudadanos; el cambio había llegado, el cambio que tanto habían esperado, con el que siempre soñaron. ¿Por fin podrían vivir como siempre habrían querido? Eso es algo que aún no saben, pero pronto lo descubrirán.
    Siguen bailando sobre los botes, con sus escobas, siempre limpios.

Por
Mariela Flores Aguilar .

jueves, 18 de abril de 2013

The Bench


A young American tourist walking past midnight by a park in the old city of Edimburgh. After a dozen minutes of contemplation in a slow pace, he encounters a most beautiful woman sitting on a bench, all alone, dressed with a white gown as dictated by the Greek usance.

Parsimoniously with the manners of an old dixie planter or a careless sage, he took his side of the bench with amplitude. But as he opened his mouth a carstic "Hey" was emitted, he instantly regreted to have unleashed without feeling or thinking, such a horribly and disgraceful sound.

But as the attractive ginger-haired gowned woman accepted his thirsty salutation with an explendid charm, he continued his introduction, probably with a "how you doin'" (perhaps the most confined and evolved developement to his eco-system). After the inmensely appealing young lady and the lost but gentle tourist completed their addresses, -the woman in the initiative this time- asked the most common –So, what do you do for living?- then, the story you are now reading gets interesting and abnormal.

-Well ... I'm not allowed to spread that information, so today I'm a wraith hunter- He showed a cunning smile, and bending with his elbows supporting him over his lap, inhaled the smoke of a delicate white cigarette; then continued. -Have you heard about wraiths?
-Tell me about them- Said the young woman with an elegant tone and glaunced back to him. -Are they dangerous?
-Well indeed, that's why they need professionals like me.
-And, do they scare villagers and so?
-Just as dragons do, my lady, and very intelligent creatures they are, you see.
-How much? - Asked intrigued.
-Like having a degree in philosophy-.
-Today that isn't prove of being intelligent. - Having a slightly affected tone.
-Such as being a wraith. - He concluded, being proud of himself by having such a fast response.

As this to be the key to a more familiar game, in which flirting takes a tacit role, she moved towards him.
-So tell me boy, you look fit; how hard is your work? Seems that you need to be in a good shape.
-Well, the agency has trained us. - Having showed a less than proudfull arm and pounding it with his bare hand he laughed.
-But tell me more. - With graveness in her manner. -Why is there an agency in combat to them?
They're hostile to us, men; they claim we've occupied their sacred forests.
-Well, you men have.
-Presumingly you are talking for every man?
-There is an ancient legend among certain people called Buryads, in the north of the land you call Siberia. Anyway, the kernel of truth in this legend is that once there was a lede who were the first intelligence created by God. In the early days of Eden, before man was conceived, all the lands and animals and waters, scents and sounds and colours were given to wraiths as to be the ultimate guardians of the creation. They were by far intelligent, and looked always ahead towards that commitment. And so they erect a golden kingdom; which lacked of misery or authority or work division. Everything was at hand, everything was easy, and the King ruling the Eden was innocence.
 But as God became bored with that perfection, he created man in His image. With all his power, with all his will.
And then, this creature, new to this paradise, broke the only law to them: reproduction. So in the land of the unharmed they multiplied without an end. In matter of solar cycles they overwhelmed us, and being outnumbered in the finite lands of Eden claimed its consequences.
God as a conciliating father created for us Earth, marking for us every danger and every obstacle we should learn to avoid. So in this beginning we shared with you the countries, hence you discover richness and greed surfaced your skin like sweat every time you moved.
You drown us into the rivers, the Tigris, the Nile, the Euphrates and the Indus and the Ganges and the seven seas themselves were tainted in our fluids by your selfishness. We gave you response we assembled an army and stroke your blossoming societies.

He thought she was exaggerating the gamed conversation, and so his face showed it. The woman in the light dress saw it and markedly changed its tone, less biblical, a tone to be understood, but still the same one, the only way in which she had learned the language of them. He then offered a cigarette to try to calmed own that odd lady which takes to an encounter.

-We have been in every culture, named by different tongues and worshipped by most of men, all of them who agreed to offer sacrifices as a symbol of the importance of nature, our realm, would be protected and blessed with our wisdom and luck and if not they shall be punished by their co-dwellers. Still, you returned to decimate us and vanished us to the forests, where we were protected by your elders with legends of disgraceful endings. Our last stronghold that it was. Was.

But till the last inch of that land is returned, the flower of your progeny, your sons and daughters will be continue to be terrified at night, that may not seem to be a threat to mankind, but between dreams is when the army of wraiths can extract the power of the soul, and little by little we have been depleting your race from its vitality, we have introduce to humankind, the worst of the plagues, the apathy.
Another once he offered a cigarette.

She accepted.  Vaporising as she enter into contact with the cigarette.

Agent Noth was found in a demential state.

miércoles, 17 de abril de 2013

La niña perdida.

Las sombras de la infante cargan su historia,
ella sonríe sin saber su armónica condena,
pasea por los parques en madrugadas moribundas.

La vida de esa niña se llevaron al nacer,
su rostro cobra la cuota de la bastardía,
nadie la tomará y le dirá cómo crecer.

Su madre, ¡cobarde! la abandonó,
no pudo la vida ensordecer sus pensamientos,
sus penumbras la llevaron a ese camino 
tirado en la ruin vida llena de ensordecimientos.

Ahora se debe sostener, alguien la va a querer,
un rostro y un alma que divaga no puede así permanecer.
Esa niña me ha quitado lo que nadie había hecho,
se llevó algo intocable, se llevó en sus ojos
mi pecho cuarteado por su triste semblante oxidado.

Por Carlos Osorio.

martes, 16 de abril de 2013

¿Porqué eres tan alto?

Llego puntual a nuestro encuentro,
te saludo cordialmente, intento no correr a tus brazos
te presentas tan majestuoso a mis ojos, que no puedo más
y me derrumbo.
 
Me abrazas, y me embriagas con ese olor tuyo
la peculiar mezcla perfecta entre tabaco y colonia
no puedo dejar de aspirarte.


Me has hecho como has querido, infeliz.
me has alimentado, como a las a ves
de a poquito… con migajas.


Tengo la vista tan nublada. ¿Me has hecho llorar otra vez?
Siento tus dedos pasando por mis mejillas sonrojadas
             (el rojo que solo tú provocas)
los deslizas suavemente, secando las lágrimas, una a una.


Susurras a mis oídos: “aquí estaré y que no me iré”.
                 ya no te creo nada, blasfemo.
Pretendo disfrutar solo este pequeño momento.


Te enredo entre mis bazos, los ajusto a tu cuello
y poniéndome en puntitas intento besar tus labios.


         ¿Por qué eres tan alto?
                                        ¡No te alcanzo!
 
Por Arai G.





lunes, 15 de abril de 2013

LA NOCHE ENTRE DIAMANTES




Mirar en tus ojos
los diamantes que yacen en lo negro del cielo,
tumbado hacia el abismo
con la herida abierta
de la tierra fecundada,
con el grito atrapado en la mirada
y el silencio envolviendo nuestra carne.

Mirar en tus ojos
el chispazo del sol
sólo un momento,
cegando a los diamantes y lo negro;
y el fuego en que te vuelves cuandö amas;
y luego regresar a los pozos del vacío,
la nada entre tinieblas.

Mirar en tus ojos
mis manos balbuceantes
alargándose al cielo que se abisma
por rozar aunque sea la luz de los diamantes
y llevarse un pedazo de tu voz
para pan del silencio de mis labios.

Tumbado hacia el abismo
con la herida abierta
y la yerba creciendo en nuestra tierra.


                                    Hernán Sicilia (23)



domingo, 14 de abril de 2013

Algunas batallas


Ten mi lealtad
y ten mis palabras,
pues es admirable
tu sonrisa y carisma,
aún después
de tu primera gran batalla.

Me gustó cuándo,
Cuando como dos perdidos
Caminábamos
Y pensábamos que había
Un rumbo lejos de la soledad

Me gustó ver cuando te reías con júbilo
mientras te seguía más perdido
que la botella de mezcal,
los cigarros y las cervezas
confundidos como los traidores
buscándose dentro de mi propio cuerpo

Admiro tu primera,
Admiraré tu segunda
Y admiraré cualquiera
De tus batallas,
Aunque quizás una de esas sea conmigo.

Donde nuestros ejércitos
Armados por bondad,
maldad y alegría; tristeza,
Sueños abandonados,
decepciones y vergüenzas
escondido en nosotros
asalten desde las sombras,
desde los arbustos
en tu campo de batalla,
A mi propio ejército emborrachado.

Pues mientras, tú eres mi mejor compañía,
De esas que no tienen que decir nada.
Porque tus ojos dicen más
De todo lo que me podrían decir tus palabras
De todo lo que podrían decirme tus abrazos.

Para mi eres transparente
La guerrillera transparente,
Que luchas con sonrisas
Y ojos de vidrio cuando te ganan tus palabras

Puedes estar conmigo ausente
caminando como desquiciados
en un día 13 de mala suerte
que (curiosamente)
ha sido la mejor que hemos tenido.

Por eso, quédate con mi lealtad
Y busca mis palabras
Pues por lo menos éstas
Ya son tuyas.
Y algún día te servirán
en algunas de tus batallas.



Sebastián González de León y León (14/4/13).

viernes, 12 de abril de 2013

Soy




Soy la piedra que ahora es polvo.

Soy la calva del bosque,

Soy la luz que cae en la calva

Soy la maleza que se comió las piedras

Soy el fondo del mar donde ya no brilla la luz

Soy los granos de arena al fondo

Soy los carbones en las minas que como tintas nos manchan

Soy el octavo día donde no se crea ni se descansa

Soy la luz invisible del eclipse

Soy el remolino en la cascada

Soy el río seco por el hombre

Soy la gota derramada en tu poema

Soy la palabra que te falta.


Por Sebastián González de León y León.

jueves, 11 de abril de 2013

Andreas. 16/10/09



Escucho estrellarse la llave contra el puño y escudete del pomo de la puerta, es Andreas que abre la puerta de nuestro lujoso hotel de la Herrengasse, aparece ensimismado y cojeando con la cara sombría, la misma que le encontré aquella vez en Grinzing. A pesar de la cojera, su andar es regular e insistente, al igual que su dolor.




Le conocí dos meses antes en el Café Central, a unas cuadras del Teatro de la Ciudad, sentado en una mesa de tres sillas, recargado a su izquierda sobre una columna de mármol, escribiendo endiabladamente en una libreta apenas tan grande como la mía, en su mano una pluma púrpura con terminaciones en oro. Yo entraba apenas, algo deslumbrado por el cambio de iluminación, él desvió la mirada de la libreta, parando en seco de escribir, y como habiéndonos esperado, nuestros ojos se encontraron violentamente. Dí una vuelta con la mirada a las mesas, sabiendo que Andreas no dejaba de enfocarme; dos mesas libres, y sin embargo me encontraba en Viena, habría de darle la primera historia a la ciudad.


Me senté frente a él con un delicado jalar del respaldo. Al acercarme en dirección suya, él ya se había puesto a escribir de nuevo, y para cuando me terminé de sentar el ya me leía su poema en voz alta.


-Ich habe verstehen nicht so gut, doch dein Rythmus ist bedeutsam, (palabra rebuscada que ansiaba usar alguna vez), ich bin mexicanischer, entschuldigung.- Hubo terminado y cuando le expliqué mi dificultad para comprenderle del todo, le pedí que lo leyera más lento -Nicht so schnell bitte- lo que resultó en que captara mucho más el aura oscura de ese poema de media mañana.
-So, what do you think, I've open my Dichtkunst for you. -Prefirió de ahora en adelante dirigirse en inglés con una profunda voz que se atoraba razgando lo hondo de su garganta. Inglés, con excepción de aquella palabra en alemán que me explicó su uso diciendo que prefería ésta contraparte alemana a la burda palabra "poetry" que bien podría ser potery -Now you open your opinions to me.
Y así pasamos una bella mañana, en un café digno de destronar al Café Flore (y sin duda al Tortoni) sólo gracias a nuestro intercambio de ideas, de poesía y una de narrativa muy suya que me sacaba de quicio cuando la traducía al inglés.


Salimos del café y mientras paseábamos silenciosamente por el Hofburg, se estiró con los brazos bien rectos hacia el cielo, cómo si pudiera superar las leyes de su carne y hueso y elevarlos hasta tocar esas pequeñas nubes aborregadas, con sonoridad inesperada preguntó:
-Do you enjoy Mahler?- Con una sonrisa torcida de un lado, ojos bien abiertos y manos regresando a la altura del pecho.
-Of course I do.- Afirmé con un tipo similar de sonrisa al recordar que de noche ayer, al pasar por la Iglesia de los irlandeses y su diminuta plazuela, jóvenes tocaban a Mahler frente a una estatua viviente de un Mozart decaído, como desplazado por la historia.
-We are going to his grave then.
-I'm not surprised to be resting here.- afirmé al plan de forma semitácita, hasta ahora, las pláticas tan cordials, tenían cierta inflexión alargada que me dejaba muy agusto por lo pedantes que podíamos sonar. Sonrío con solo recordar que parecíamos sacados de una película treintera.
-Almost here in downtown Vienna, it is in a town, now a suburb called Grinzing, a place worthy of his legacy, but now, lets just walk a bit.


Y seguimos hasta habernos relatado de todas todas, embobados por la belleza de la ciudad, que aunque él no era nuevo en ella, seguía tan embelezado como yo. Veintimuchos años había vivido en la ciudad y sin embargo, nunca dejaba de frenarse por detalles nuevos, prístinos y sin embargo permanentes. Por lo demás, la ciudad había cambiado abismalmente desde que yo llegara ayer por la noche: hay ciudades que con tan sólo olerlas se te antojan imperiales, París, Londres, Petrogrado, Ámsterdan (hasta cierto punto) pero de la única que no dudaría de éste caracter es Viena, que por la noche es un dulce y penumbroso vals y por el día una vitrina irredenta a los Habsburgo.


Quería picar algo, le dije, así que caminando por la plaza de San Carlos dimos mediavuelta y nos encaminamos al Naschmarkt: un mercado más cercano a mi idea de Estambul que de Europa Central, en plena calle, que después me explicó Andreas, era un viaducto. Encontramos el bazar: especias, platería, vidriería, pero entre todo eso, palachincas, una especie de crepas (que para ese momento comenzaba a cuestionarme la galicidad de las crepas, puesto que ya en México había probado blini polacas y rusas, y una versión miniatura japonesa) enrolladas con gruesa mermelada de frambuesa. Y con eso vino el hambre; y sin más le expresé mis ganas de comida típica vienesa, a lo que respondió
-Then we're going to eat like real Habsburgs.


Strandhaus, me pidió que pidiera lo que se me antojara, y al ver los precios me ví inclinado a pedir más pan y vinagre, tras haber depredado la canastita. Salmón a la plancha, vieiras de todos tipos, cangrejo y langostino; en realidad le dije que me sorprendiera, entendiendo que invitaba, y así fue. Por mi parte, esperaba que nos fueramos a medias, pues era responsabilidad, diciendo el dicho que “si andas con labriegos te encallas las manos:
-Are you really hungry?
-Trully I am
-Then our fest will be trully imperial.- dijo con ese tono tan secuencial que poseía
Mi sorpresa fue evidente al oír la cantidad de platillos, y su atención y delicadeza al pedir los vinos solo la hizo más notoria. Y bien supo que no sabía que pedir, más por el precio que por nada, amablemente pidió, y al pedir me guiñó el ojo como otra oración tácita.


Al terminar con los postres, Apfelschmarrn (pedazos de panqueque caramelizado con almendras y manzana horneadas) y Buchteln (gorditas con azúcar glas y rellenas otra vez de la pesada mermelada de frambuesa). Saciados del todo, pidió la cuenta. Las oraciones tácitas que emanaba parecían escribirse en el aire como sellos. Lo menciono por ser una de las grandes marcas de mi relación con Andreas, aquella posibilidad de comunicación imposible de negar y casi telepática, con que una sonrisa se convertía en un párrafo y un guiño en una explicación.


Salimos a caminar reanudando nuestra marcha y para bajar la comida (me dijo alegremente), esta vez por Neubau y Josephstadt, dos barrios culturales de finales del XIX (aunque esto en Viena es difícil de determinar; el rococó y neoclásico se combinan en cada esquina y al final están siempre los edificios de la etapa republicana, todo entretejido y en completa armonía, una armonía del todo integrista que hallaría únicamente en Buenos Aires).


Y así, nos dieron las cinco en lo que hubiera parecido media hora, pues de no tener el sol escondiéndose tan rápidamente a esta altura del hemisferio habría alargado la caminata hasta llegar a Eslovenia. Llegando a los hospitales sugirió tomáramos un taxi a Grinzing, así que paró uno de esos pequeños Mercedes del año de la canica.


Llegamos al pueblillo en un santiamén. Sin embargo, de nuevo, y no habría de olvidar ese efecto, esta ciudad tenía la capacidad de frenar y acelerar el tiempo y aquel santiamén me sonó a liturgia, credo, rosario y sermón. Y en aquél indeterminado tiempo y conforme avanzábamos al norte, noté cambio de humor, Andreas dejó de hablar y volteaba cada vez más por la ventana, con una mueca intentando ser desdibujada por un fuerte esfuerzo tuyo.
-Rudolfshof, here we are.- Su voz se redujo a las cenizas.


Su historia, haciendo apología a "Dónde habita el olvido" de Sabina, o peor aún "Kupa kızi ve Sinek valesi" de Teoman, (quizá yo tanto en ese momento como ahora, figuré su historia tal como el video de Teoman la presenta, influido por tantas veces haber sentido esa misma melancolía que produce. Incluso ahora que lo veo me produce la misma vaga, profunda y sosiega tristeza) me fue contada con un amargo trago de un joven vino.


Nos encontrábamos en una taberna tradicional del oriente austríaco, un mesón de color amarillo brillante por fuera y de tenues colores barrocos que iban desde el béisch de las paredes con sus molduras color leche, a la madera oscura del negral por dentro. Antes, Andreas ya me había explicado acerca de este viejo lugar: Heuriger es el nombre en alemán para estas tabernas que evocan el completo significado del Gemütlichkeit austríaco: el buen humor, la tranquilidad, la paz interior y exterior.
Pero conforme le saqué a flote el opresor fuera del corazón, la Gemütlchkeit se fue a pique, y por más que la orquesta tocara tras terminar ese monólogo que me dejó ciertamente agotado en sentimientos y perdido en laberintos de cabilaciones al absurdo, él no obtuvo sonrisa, ni se veía que disfrutara lo que (me contó) antaño le apasionaba tanto como ir al café a los poetas parisienses.



Por Sergio M. Đ H. y T.