jueves, 14 de febrero de 2013

...


Transcurre el tiempo, 
y el cansancio pesa 
hasta en el parpadeo pesado, 
y se te cierran los ojos 
una... 
otra... 
y otra vez, 
hasta que, finalmente, 
el placer bendito del sueño 
te acaba venciendo, 
y todo se acaba una noche, 
todo se acaba
una noche.

Bendito alivio de dormir profundamente
y no dolerte nada.

Que se suba el muerto
a mi cuerpo agotado
y que me lleve si eso quiere.

Bendita quietud en que me duermo.

Que se hagan presentes 
terribles ilusiones,
que mis miedos se vuelvan pesadillas,
que me entierren viva en sueños
si eso quieren.

Que me velen.

Benditos momentos
que nada te hieren. 

Bendigo 
el tiempo en que descanso
de mis ganas,

de cantar con voz cortada,
de no poder tocar
de que me estén temblando
mis dos manos,

de quererle tanto.

Bendito el rato
en que soñamos juntas 
y pegar nuestras espaldas
y cubrirte a media noche
y mirarte.

Bendita la falta de energía
y la nocturna vida,
y el cansado instante que pesa
hasta en el parpadeo pesado
que te cierra los ojos
una...
otra...
y otra vez,
hasta que, 
concluye el placer bendito del sueño
venciéndote,

y todo se acaba una noche,
todo.

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