lunes, 18 de marzo de 2013

ODISEO A TELÉMACO

Mi querido Telémaco,

                         La Guerra de Troya
ya terminó; no recuerdo quién fue el vencedor.
Sin duda que los griegos, sólo ellos dejarían
tantos muertos tan lejos de su propia nación.
Pero aún, el camino a mi casa ha sido eterno.
Mientras perdíamos el tiempo allí, Poseidón,
casi parece, estiró y extendía el espacio.

Ya no sé dónde estoy ni qué lugar puede ser
éste. Podría parecer alguna isla ruin,
con arbustos, edificios, y cerdos que chillan.
Un jardín ahogado en yerbas; una reina u otra.
Pasto y piedras enormes… ¡Telémaco, hijo mío!
Para un errante los rostros de todas las islas
se asemejan unos al otro. Y la mente yerra,
contando olas; los ojos, llagados de mar,
corren; y la carne del agua obstruye el oído.
no logro recordar cómo se inició la guerra;
incluso qué edad tienes--no me puedo acordar.

Crece, entonces, Telémaco mío, crece fuerte.
Sólo los dioses saben si nos veremos luego.
Ha sido mucho desde que dejaste de ser
aquel bebito ante el cuál araba con los toros.
De no haber sido por los trucos de Palamedes
seguiríamos viviendo bajo el mismo techo.
Quizá él estaba en lo correcto; lejos de mí
estás tan a salvo de las pasiones edípicas,
y tus sueños, Telémaco, son irreprochables.

                       
                           Joseph Brodsky  (versión original en inglés)

                           Versión al español, Hernán Sicilia (23)

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