aquel intenso que te rodea,
reabsorbe tu seno, cada parte,
alimentando los labios afanosos.
Escaso ritmo el que llevas, no te acompaña,
tu alma se esconde y de vez en vez
grita o lanza algo para no morir.
Ella, tu alma reverdece en vano,
requiere lo mundano, lo corpóreo,
se regresa, se oprime y esconde,
otra vez, dejas esa intensidad a lado.
Sólo pido la arrebates de su calabozo,
la lleves a sentir el aire de las cumbres,
altas y borrascosas , inexistentes de oquedad,
algo sublime a ella, algo sublime a ti.
Por Carlos Osorio.
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